Hoy es miércoles, más exactamente miércoles santo, 16 de abril. ¡Qué coincidencia!, les diré por qué. No quiero ser tildado de parroquiano. El ancho mundo nos dispensa espacios para todos. Es preciso ubicarnos donde nos sintamos mejor y dar al tiempo el valor que se merece para no verlo esfumarse sin pena ni gloria. Confío haber despertado la curiosidad intelectual de ustedes, misión obligada de los primeros párrafos de una columna de opinión.

Por esas bondades de la prensa libre, ustedes conocen que abrí mis ojos en el cantón Sígsig, un hermoso rincón de la geografía azuaya; saben también que el villorrio de hace algunas décadas, nacido de cara al Guallil, adusto e imperturbable vigía, hoy es una ciudad, pequeña en dimensión y en número de habitantes, pero grande por su arquitectura, su paisaje, su historia y, de manera muy especial, por la calidad de su gente de raíces milenarias. ¡Qué fácil resulta fruncir el ceño y proclamar: somos un pueblo soberano, defendamos nuestra soberanía!, mientras se tarda, inexplicadamente demasiado, en atender necesidades que fortalezcan la identidad de los pueblos y afiancen su soberanía.

Sígsig celebra hoy su tradicional aniversario de cantonización. Si fue un 16 de abril o un 18 de septiembre; si en 1864 o 1939 es tarea para historiadores. Los sigseños que rondamos las ocho décadas de vida somos dueños de buena parte de su historia porque la vivimos de cerca, con ese proverbial amor a flor de piel, amor tierno, desinteresado, romántico; amor pegado a sus colinas, zigzagueante a veces, al igual que sus incalculables recovecos; amor altruista, solidario y rico en identidad comunitaria. Esta es la coincidencia amigos: es miércoles 16 de abril, es la fiesta oficial de Sígsig y es el día en que habitualmente entrego mi opinión a través de esta columna.

EL UNIVERSO, con generosidad, siempre registró las promesas de mejoramiento para este cantón. El 9 de junio de 2010, en ‘Va porque va’, refiriéndome a la conexión vial entre Sígsig y Gualaquiza, escribí: “Hace ocho días estuve en mi pueblo natal. Sígsig está contento con que Rafael Correa les haya visitado. El único en hacerlo antes, como presidente, fue Velasco Ibarra. Una frase del presidente Correa se repite en diversos círculos sociales y ocupacionales: ‘La carretera Sígsig-Gualaquiza va porque va, me gusta cumplir con lo ofrecido’; se afirma que él la pronunció en dos o tres escenarios diversos”. Concluía dicho artículo (9-VI-2010) con esta frase: “La historia juzgará, en treinta meses, si esta promesa del Gobierno se hizo realidad. A través de esta columna, en EL UNIVERSO, espero seguir de cerca el cumplimiento de la palabra empeñada por el presidente de la República”.

Han pasado más de 40 meses desde aquella promesa: “me gusta cumplir con lo ofrecido”. La carretera aún no va, ¿por qué no va? En Sígsig-Cutchil-Molón-Granadillas-Chiguinda-Aguacate-La Pradera-Gualaquiza están absortos unos, decepcionados otros. ¿Qué pasa con sus mandos medios, presidente? Urge un propósito de enmienda que honre esta Semana Santa.

“Una prensa crítica, independiente y de investigación es el elemento vital de cualquier democracia...” (Nelson Mandela).