Hay falencias que el señor presidente no sabe del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.

El martirio de un jubilado de 83 años de edad –que en su juventud entregó todos sus esfuerzos en el trabajo, ahora padecía una enfermedad catastrófica como es el cáncer a la piel, que llegó a desfigurarle el rostro– fue esperar siete meses para empezar el tratamiento de radioterapia.

El tratamiento de radioterapia fue solicitado por el departamento de oncología, ya que anteriormente se le habían aplicado cuatro sesiones de quimioterapias. Exactamente el 10 de octubre pasado, le dieron la cita para radioterapia. De manera rápida fui a las ventanillas correspondientes para que me dieran la orden y empezar a agilitar el tratamiento. Tuvieron la “amabilidad” de llamarnos el 10 de abril a las 11:25, para decir que llevemos al paciente el 11 de abril a las 14:00, un día después de que ya lo habíamos enterrado; puesto que mi padre falleció el 8 de abril a las 13:00, esperando la llamada para empezar su tratamiento.

¡Cuántas veces fui a pedir que, por favor, nos ayudaran con el tratamiento para mi padre, para poder aliviar su dolor!, y siempre tenían la misma respuesta: ¡Espere la llamada! Primero, no había instrumentos; luego, cuando ya llegaron, no había técnicos para calibrar los equipos. Cuando dieron la orden de llevarnos el oxígeno al domicilio, tampoco había oxígeno.

¿Hasta cuándo vamos a seguir con las mismas respuestas: “No hay medicinas”; “no hay instrumentos”; “no hay citas”; “no hay oxígeno”? ¿Hasta cuándo?

Mi pregunta es, ¿dónde está la “revolución” que se promulga?, ¿acaso mi padre no tenía derecho a que sus últimos días estuviera bajo cuidado oportuno y eficaz?

No busco culpables, solo quiero que el mismo sufrimiento que pasó mi padre, no lo pasen otros pacientes jubilados, ellos tienen los mismos derechos que todos.

Jorge Vinicio Albán Velasco, Durán