Venezuela, desde Chávez hasta Maduro, ha venido descendiendo en su posición de nación rica y civilizada, parecería ser que es digna de comparar con el infierno de Dante en su último peldaño.

¿Es esto el socialismo del siglo XXI o socialismo cristiano?

¿Es esto la revolución?

Pues si es así, me defino como contrarrevolucionario.

Maduro, con escasa preparación, desea mantener los privilegios que durante 15 años han ostentado él y sus respectivos amigos.

Basta haber observado la intervención de la oposición en la reunión de la Unasur, para darse cuenta del desgobierno de Maduro y sus nefastas consecuencias sobre el pueblo: muertos, gente en las cárceles sin juicios previos, perseguidos, torturados, despedidos.

Ahora con la aplicación del secuestro como fue el caso de la periodista Nairobi Pinto, que fue tomada como rehén por armados idénticos a la Gestapo de Hitler, la diplomacia sudamericana pretendía negociar la paz, aun cuando el tirano declaraba todo lo contrario.

El diálogo está totalmente parcializado hacia la maldad y el terror.

Solo el pueblo venezolano tiene la verdad que es lo único revolucionario.

Los que quieren imponerse por la fuerza de las armas, que antes sirvieron al imperio y ahora al tirano, están identificados en la frase de Bertolt Brecht: “El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ¡ese es un criminal!”.

Walter W. Wiesner, Ingeniero, Guayaquil