Si le vieron al Corcho Cordero explicando la afiliación obligatoria de trabajadores autónomos al IESS? Me muero, qué joya epistemológica que nos obsequió; definitivamente una muestra en tecnicolor de la coherencia revolucionaria, ¿sí o qué?

El Corchito dijo que la afiliación obligatoria ha sido más bien voluntaria y que los mismos que desfalcaron al IESS en la partidocracia son los malos que le critican ahora, porque obvio, solo un odiador, mediocre y opositor no entiende que antes de la Revolución Ciudadana no existía país, ni IESS, ni nada mismo. Las dos alcaldías que ejerció en Cuenca como parte de la partidocracia, seguramente tampoco existieron para nuestro referente de la lógica y la coherencia. Lo chévere es que mientras afirmaba eso, no se le arrugó la frente, ni se le movió un pelo, seguramente porque está usando gomina producida en el Ecuador, con esto de que el Ramiro González está prohibiendo las importaciones.

¿Las “afiliaciones obligatorias de carácter voluntario” no les recordó a esa otra película revolucionaria de hace un par de años, que se llamaba “renuncias voluntarias de carácter obligatorio”? Mediante este mecanismo, también reflejo de coherencia, el funcionario público llegaba un día en la mañana a su lugar de trabajo y se topaba con un cartón con sus cosas y la notificación de que su renuncia había sido aceptada. Cuando con los ojos cuadrados pedía que le explicaran el porqué le aceptaban una renuncia que nunca presentó, se le comunicaba que era por necesidades institucionales y que se le iba a indemnizar. De esa forma se veía voluntariamente obligado a irse a su casa y reprogramar su plan de vida, desde la desocupación.

¿Creen ustedes, amables lectores, que estas son las únicas coincidencias gubernamentales con Cantinflas? Pues no, ¿o ya no recuerdan el 30-S al amado líder gritando que “prefería la muerte antes que morir” o, mejor todavía, cuando nos dijo que el primo Pedro iba a Miami a un matrimonio y luego volvía a enfrentar a la justicia? Largo ha estado el matrimonio, que ya ha pasado casi dos años y no regresa; monstruo de chuchaqui ha de dar con una farra así. Como el que nos dio cuando nos anunciaron que explotarían el Yasuní porque “el mundo nos ha fallado”. No faltó después el odiador y corrugggto que denunció que cuatro años antes ya se negociaba la explotación de la mayor reserva ecológica del planeta.

Pero entre los personajes que se llevan las palmas en epistemología y deontología, además de simpatía, sin duda un lugar destacado le corresponde a nuestro Carlitos Ochoa, superintendente de Comunicación e Información. Qué alhaja que es, qué modelo de coherencia, independencia y rectitud. Qué prosa y qué elegancia derrocha, cuando hace pronunciamientos oficiales en ruedas de prensa en las que no se les permite preguntar nada a los asistentes. Además, ¿qué van a preguntar?, si los mensajes son claritos; como cuando dijo que todo periodista sabe que se debe citar tácitamente entre comillas lo que otras personas dicen. La lógica inflexible de Kant elevada a poesía pura. O sea, parafraseando a Descartes, “cito tácitamente y luego existo (…) como periodista”. ¿Ya ven? facilito ha sido entenderles, solo hay que entrarle a la filosofía analítica y ya.

Ustedes que no les entienden porque andan obnubilados por el odio a la Revolución Ciudadana y se hacen los bravos cuando el presidente desde una auténtica posición de izquierda incluyente dice que le gustan las mujeres que parecen mujeres y a estas los hombres que parecen hombres. Clarito está que con estas expresiones no discrimina a nadie, que acepta los derechos de las manifestaciones sociales diversas y que nunca las agrupaciones GLBT han tenido más protección. Si él se opone al matrimonio igualitario no es porque niegue los derechos a la igualdad real y no discriminación, sino porque sabe que esto del matrimonio es algo jodido y no quiere que los homosexuales tengan que soportar las vicisitudes que hemos debido afrontar los heterosexuales. Un infinito amor que las organizaciones de defensa de derechos humanos no entienden, como tampoco cuando se opone a la despenalización del aborto cometido por la mujer víctima de violación. No faltó la odiadora que no entendió que el carácter laico del Estado debe respetar la confesión religiosa del presidente y que ese respeto conlleva el que los asambleístas no molesten con esas cosas. Simple, ¿no? Por eso les grita “traidoras” a sus propias asambleístas, a las que su secretario jurídico les trata de mal atendidas. Esa es la muestra de respeto y coherencia de la revolución con cara de mujer; mientras tanto, el Galo Mora nos explica cada tanto que si el presidente es jefe de Estado y la Función Judicial es parte de este, entonces qué de malo hay con meterle la mano a la justicia, con eso de superar a Montesquieau. ¡Viva la coherencia!

No faltó la odiadora que no entendió que el carácter laico del Estado debe respetar la confesión religiosa del presidente y que ese respeto conlleva el que los asambleístas no molesten con esas cosas.