Durante años he sostenido que la única forma de cumplir con lo que está establecido en la ley referente a la actividad bananera es hacer que se cumplan los contratos de compra de fruta; lamentablemente tengo que decirlo una vez más, cada día se suscriben menos, muy pocos en el exterior garantizan el pago de precio de contrato todo el año.

Las razones son varias, las externas, algunos exportadores ecuatorianos y sobre todo extranjeros radicados en nuestro país ofrecen en el exterior fruta muy por debajo del precio oficial, lo que quiere decir que están seguros de pagarle al productor menos del precio legalmente establecido, como lo hacen, convenciendo al productor de que les den vuelto o simplemente utilizando el cupo de producción de un agricultor bananero que se presta para esta irregularidad, de manera que el exportador pueda comprar ese volumen en spot o a precio de hambre. Las internas prórrogas como la efectuada mediante memorándum, que da una extensión de vigencia de registros de marcas y contratos de compraventa de banano, solicitado por un gremio que se cree el único que representa a los exportadores, provocan que la informalidad continúe este periodo, además habría que investigar cómo algunos iluminados exportadores tienen la versatilidad de exportar unas veces cantidades importantes de fruta y otras muy poca, qué harán con la fruta restante ya que se supone que está toda contratada. Dónde quedan los que cumplen fielmente lo establecido en la ley, los que tienen que vender a precio oficial porque tienen que pagar a precio oficial. Esta situación no puede seguir, ahora el problema es más complicado ya que en el exterior nadie cree en los precios oficiales, malos exportadores nacionales y extranjeros se han encargado de destruirlo, no es muy difícil averiguar quiénes son los que lo hacen. La solución no está en poner más controles, la solución está en que se respeten los vigentes. Por las razones antes indicadas es que la temporada alta de precios fue muy corta en el 2013 y este año 2014 parece que va a ser menos. ¿No será que estamos volviendo a los tiempos en que solo exportaban los grandes, los vivos y los apadrinados?

Cecilio Jalil Morante,

ingeniero agrónomo, Guayaquil