Armando Martínez Garnica es un historiador colombiano que, al escrutar tomos y papeles en el Archivo Nacional del Ecuador, en Quito, descubrió un texto que permite, de manera definitiva –si puede decirse así, tratándose de acontecimientos históricos–, confirmar y/o aclarar qué mismo conversaron los generales José de San Martín (el protector del Perú) y Simón Bolívar (el Libertador-presidente de Colombia) en la entrevista de Guayaquil, el 26 de julio de 1822, hace exactamente 191 años. Este hallazgo se detalla en el número 37 de Procesos: Revista Ecuatoriana de Historia, correspondiente al primer semestre del 2013.

Los episodios de la crucial reunión de los héroes libertadores de América se han visto envueltos por el mito y por los intereses creados de las élites ideológicas y políticas colombianas, peruanas, argentinas y ecuatorianas. Aunque se ha dicho que el contenido de aquella famosa charla fue secreta, en realidad no fue así, pues sí se han difundido las fuentes que registraron sentimientos y tensiones de aquel día, que, según dónde se ubique el estudioso, han sido aceptados o negados en las sucesivas contiendas americanistas. La controversia se ha dado, fundamentalmente, en torno a los temas, el tono y las consecuencias de ese diálogo.

Las invenciones literarias –que deben ser tomadas como interpretaciones ficticias sobre aquel hecho– también se han multiplicado. El cuento Guayaquil, de Jorge Luis Borges, irónico con respecto a la postura de los académicos argentinos, ha sido muy comentado. En estos días también está circulando, como novedad, la novela Ahí le dejo la gloria, del periodista bogotano Mauricio Vargas, quien sí basa su trabajo en documentación escrita. Es conocido, pues, el resumen de la entrevista redactado por el secretario general de Bolívar, José Gabriel Pérez, tres días después del encuentro. Obviamente, no es una descripción exhaustiva, pero recoge con fidelidad el punto de vista colombiano.

De este manuscrito clave se han divulgado dos versiones; una, esta comunicación, destinada al secretario de Relaciones Exteriores de Colombia; y otra, con igual fecha y contenido, enviada al general Antonio José de Sucre (en ese tiempo intendente de Quito); estas versiones han sido objeto de cuestionamiento, especialmente por parte de académicos argentinos, que mantienen una visión condescendiente con los esfuerzos de San Martín por incorporar Guayaquil al Perú, y no a Colombia, como ya había sucedido cuando se dio la entrevista. La transcripción del informe de Pérez muestra que un tópico de vivo interés era, más bien, el destino del Perú y no la suerte de Guayaquil.

Al sacar a la luz este documento original –la carta dirigida a Sucre– que estaba en el libro llamado ‘copiador’, Armando Martínez sella la explicación colombiana de lo que allí se discutió. El descubrimiento también tiene sus misterios, pues aún no se sabe cómo, a mediados del decenio de 1970, una donación de cinco volúmenes de documentos de la primera mitad del siglo XIX trajo esta importantísima carta. La acuciosidad de Martínez, quien revisaba materiales aún no clasificados, halló impulso en el programa de posdoctorado de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, lo que ha sido altamente productivo para seguir interpretando nuestra historia.