Los consejos que recibió por parte de un químico cuencano cuando era adolescente alentaron a Aurelio Mosquera Cedeño a interesarse por esa rama y luego seguir esa carrera en la Universidad de Guayaquil.

Después de cinco décadas, Mosquera se ha convertido en un experto en el campo de estudios del control de aguas y suelos para usos múltiples.

El laboratorio LabMos, que fundó en 1964, fue pionero en el país en realizar estos análisis. Por su aporte profesional en el ámbito del estudio de la calidad del agua fue condecorado en la sesión solemne del Municipio de Guayaquil, el pasado 9 de octubre.

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No se esperaba este reconocimiento. “Casi me da un infarto cuando me enteré”, bromeó Mosquera, doctor en Ciencias Químicas.

“El agua es el principio y el fin de la vida”, enfatizó el doctor de 83 años, quien considera que dentro de la ciudad hay pocas empresas que aún le dan poca importancia a la calidad del agua.

Está convencido de que un adecuado control de calidad de agua y de desechos industriales en la ciudad promoverá el desarrollo de las industrias, la protección de la salud humana y el medioambiente.

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Mosquera vivió cuatro años en Estados Unidos, donde laboró en el United States Pharmaceutic Corporation como químico analista.

Luego regresó a Guayaquil, donde inauguró el 14 de junio de 1964, día de su cumpleaños, el primer laboratorio especializado en control de calidad de aguas y suelos, que se ubicó en esa época en las calles Colón y Pedro Carbo.

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En 1970, el laboratorio se trasladó a Víctor Manuel Rendón y Boyacá, donde funcionó hasta el 2002, año en el que se cambió hasta el edificio Torres de la Merced.

Durante más de 50 años este laboratorio ha prestado sus servicios a diversas entidades públicas y privadas, como municipios, bancos, hospitales.

Compartió sus conocimientos cuatro décadas con alumnos de la Universidad de Guayaquil y la Universidad Católica y en la Laica Vicente Rocafuerte. Además, por más de 30 años escribió en este Diario artículos enfocados en el medioambiente y salud pública y fue concejal de Guayaquil, en 1978.

Tiene cuatro hijos, producto de su matrimonio con Gloria Bolaños, con quien lleva casado 52 años. Una de sus satisfacciones personales es que su hija mayor, Mónica, sigue su legado. Ella también es doctora en Ciencias Químicas y actualmente administra el laboratorio. (I)

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