La palabra favorita de espectadores de cierta política es “tongo”. Desde la pelea entre un exmandatario y el hermano, se gritaban tongo. Lo cual a claras luces no lo era. Hoy, perdedores de últimas elecciones gritan tongo, frente a la disputa entre un presidente y un exmandatario, y opino que no lo es. Se basan en nombramientos a personas de un anterior régimen. Yo leo esto como el costo político de un gobernante que no cuenta con apoyo legislativo ni de otra institución. De eso se encargó un exmandatario al dejar en puestos claves a su gente.

Llamar mentiroso y mafioso a un exmandatario, anular su posibilidad de reelección mediante consulta, descalificar a su mano derecha hoy preso, no son señales de tongo. Ahora la cantinflada: acusación de asociación ilícita; aprobación sin discusión de moción de un presidente de una asamblea contra un vicepresidente; solicitud de prisión preventiva y la prisión televisada con despedida de allegados; eso no solo lo creo tongo sino un “reallity show”, un espectáculo. La estrategia es clara. Uno queda regio solicitando prisión preventiva y otro queda regio concediéndola. Desde Bélgica llega el grito de linchamiento mediático, el amigo se victimiza al grito de ser “inocente”, le piden medida sustitutiva y luego la retiran en indicio de confianza del sobreseimiento o absolución. Hago un avance rápido de la obra: la persona queda libre por “falta de evidencias” aunque serían abundantes, y luego de sus cortas “vacaciones” dice que es víctima de la derecha con sus poderes fácticos y de la prensa “corrupta”, y no ha pasado nada; pero gracias a Dios es un pésimo candidato, de lo contrario habría otro catapultado a la presidencia, victimizado por una injusta prisión. Esta obra de teatro tiene su producción, dirección, libreto, reparto y autoría en Bélgica.(O)

Gustavo Echeverría Pérez, avenida Samborondón