Poco antes de extinguirse las 72 horas vitales tras el sismo, la angustia de los familiares aumentaba ayer en la capital de México y los socorristas, mexicanos y extranjeros, lanzaban sus últimos esfuerzos para encontrar sobrevivientes.
El terremoto de 7.1 del pasado martes dejaba ayer, hasta el cierre de esta edición, 293 muertos: 155 en Ciudad de México; 73 en Morelos; 45 en Puebla; y 13 en el estado de México, según autoridades.
El protocolo luego de un terremoto ordena que luego de tres días la búsqueda de personas cese y la maquinaria empiece a recoger los escombros. Pero desde el presidente Enrique Peña Nieto hasta el alcalde de la ciudad Miguel Mancera, las autoridades mexicanas han reiterado el compromiso de prolongar los esfuerzos hasta que se agoten las señales de vida.
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En el barrio Roma, alrededor del que fue un edificio de siete pisos, numerosos familiares confiaban en que al menos una decena de personas seguirían vivas en una suerte de “burbuja de aire” preservada entre las ruinas. Bajo custodia de policías y militares –y la mirada de decenas de periodistas–, lonas y casas de campañas han sido colocadas frente al derrumbe por voluntarios para los familiares, pero casi ninguno ha dormido desde el martes.
Dos médicos ecuatorianos que viven en México también ayudan en las labores en distintas ciudades. Vivian Moncayo, guayaquileña que vive en Ciudad de México desde hace 18 años, estuvo ayudando a brigadas en la colonia Condesa. “El apoyo de todos es inigualable. Han llegado víveres, agua, medicamentos, instrumentos para retirar escombros, apoyo de personal en todo momento”, cuenta ella, quien vivió el terremoto en el hospital donde trabaja, en el piso 8. Estuvo con compañeros en el lugar seguro del edificio hasta que terminó el sismo y luego evacuó.
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En tanto, Omar Tello, otro guayaquileño que vive México desde hace 20 años, ejerce en un hospital infantil en Cuernavaca, Morelos, donde la afectación también es fuerte.
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Tello contó que el terremoto sucedió justo cuando realizaban el simulacro que recordaba el terremoto de 1985. Los médicos, los pequeños y sus padres se quedaron en la zona segura hasta que pasó. Ahora él y sus compañeros trabajan en guardias para ayudar a las personas heridas en el sismo. “Morelos necesita mucha ayuda”, dijo.
En tanto, el ministro de Educación dijo a la cadena Televisa que este lunes se iniciará un regreso a clases “de manera parcial” en los estados afectados por el sismo, en tanto se culmina con la labor de revisión estructural de las escuelas. (I)