“La Biblioteca Histórica de la Universidad Central es un tesoro nacional”. Con estas palabras, Amílcar Tapia resume el contenido de este lugar consagrado a la custodia y a la preservación de las obras de personajes que marcaron la vida del Ecuador y del mundo.

Tapia está maravillado con todo lo que va encontrando entre los 40 mil libros que contiene la Biblioteca. Hay obras que datan del siglo XVI al XX. Muchos están escritos en francés, cerca del 50%, porque en esos días las mejores obras eran en ese idioma y quienes querían actualizarse para dar clases a sus alumnos debían aprenderlo.

El rector de la Universidad Central, Fernando Sempértegui, impulsa que la Biblioteca Histórica de esta centenaria entidad abra sus archivos al público.

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Y ese trabajo de ordenamiento de las obras ha sido encargado a Tapia, investigador del Archivo Histórico de la Universidad Central, quien posee una amplia hoja de vida sobre este campo: es doctor en Historia, con un Ph.D. en Antropología, 35 años de catedrático de Historia en la U. Católica; pertenece a la Academia Nacional de Historia, a la Academia de Historia Militar, a la Academia Ecuatoriana de la Lengua y a la Sociedad Ecuatoriana de Investigaciones Históricas y Geográficas. Y ha escrito numerosos libros sobre historia.

“Es que los tesoros que se encuentran en esta biblioteca dejan maravillados a todos quienes tenemos la oportunidad de tener acceso a esta biblioteca de la cultura y del pensamiento universitario nacional”, señala.

Y si por él fuera, contaría los detalles de cada libro. “Aquí están libros de Simón Bolívar, de Miguel de Cervantes Saavedra sobre Don Quijote de la Mancha; de Federico González Suárez, de Charles-Marie de La Condamine, de Alexander von Humboldt, Franz Theodor Wolf, etc. En uno de los libros de Wolf, de 1904, se habla sobre temas que siguen siendo de actualidad: las erupciones en Galápagos y los terremotos en el Ecuador”, dijo.

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Pero también se pueden encontrar tesoros como el libro Los amores de Manuela Sáenz y Simón Bolívar.

Entre los libros curiosos está uno que demuestra cómo se aprendía la arquitectura, a partir las clases de carpintería. Ahí se dan detalles, con gráficos de cómo se tenían que hacer las mesas, por ejemplo. Esos detalles fueron las bases para la arquitectura de estos días.

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Tapia recuerda que en diciembre se cumplirán 100 años de la muerte de Federico González Suárez y sobre su obra hay una gran cantidad de textos que son auténticas reliquias. (I)