Andrés Chiriboga, de nacionalidad ecuatoriana y residente en Miami, habia planeado desde el mes pasado vacacionar durante cuatro días junto a su esposa, Sonia Romero, en las playas de la isla San Martín, ubicada en el Caribe.

Y así fue, el día sábado 2 de septiembre partieron vía aérea desde Miami hacia aquella isla, sin imaginar lo que tendrían que vivir días más tarde a causa de la llegada del devastador huracán Irma, lo que nos narró la noche del jueves tras contactarnos con él vía telefónica a su lugar de residencia en Miami.

Chiriboga refirió que los dos primeros días transcurrieron sin mayores contratiempos, pero ya "la noche del domingo 3 nos enteramos que la gente de la isla estaba comenzando los preparativos para recoger todo lo que pudiera convertirse en proyectil durante el paso de Irma".

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"El hotel nos informó que antes de las 19:00 del lunes 4 debían estar todos los huéspedes atrincherados y tener comprados los alimentos no perecibles para pasar en sus habitaciones mientras dure el paso del huracán", agregó.

"Había dos opciones para retornar a Miami, una era el martes 5, pero al comunicarnos con la aerolínea nos indicaron que ya no había cupo y que esperáramos al jueves 7, sin imaginarse la aerolínea lo que posteriormente iba a pasar", recuerda Chiriboga.

Lo más fuerte estaba por llegar

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"Pasamos la noche de ese martes preocupados por la llegada del huracán Irma que ya comenzaba a causar estragos y en la madrugada del miércoles 6, a eso de las 02:00, ya nuestro cuarto se comenzaba a llenar de agua, que se filtraba por la puerta y el ventanal del balcón, por lo que junto a mi esposa Sonia nos encerramos en el baño e hicimos un pequeño búnker con lo que encontramos allí. Hasta ese momento aún teníamos energía eléctrica y podíamos seguir enviando mensajes a nuestros familiares", destaca.

Chiriboga narra que "a eso de las 04:00 se cortó la luz y desde ese momento sólo escuchábamos el rugir del viento y sentíamos una presión en los oídos. El ventanal del balcón ya había cedido por la fuerza del viento y el agua estaba ya cerca de la puerta del baño donde estábamos atrincherados. Se oía que el yeso del cuarto de baño traqueteaba y comenzábamos a sentir calor, ya que en ese lugar no había ventanas. A las 06:30 ya pudimos ver algo de claridad a través de las rendijas de la puerta del baño y abrimos la puerta una media hora para tratar de ver cómo estaba nuestra habitación, que la observamos toda revuelta por la fuerza del viento".

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ISLA SAN MARTÍN. A la izquierda, el cuarto de baño de la habitación del hotel, que fue utilizado como refugio por Andrés Chiriboga y su esposa. Al centro, los daños que sufrió el hotel. A la derecha, así quedaron algunos vehículos en las calles de esta isla, tras el paso del huracán Irma. Cortesía

"Cuando logramos salir de la habitación, vimos la destrucción en el hotel y que aún estaba por venir la segunda parte del paso del huracán, por lo que buscamos otro refugio. Fuimos a la habitación contigua donde nos recibieron otros huéspedes y en total permanecimos allí siete personas a punta de agua y mirando por la ventana lo que pasaba afuera. Cerca de las 11:30 pudimos salir de la habitación, con celular y cámara en mano para grabar la destrucción, mientras en el lobby del hotel reunían a los huéspedes para ver cómo nos encontrábamos y poder reubicarnos en otros cuartos. Sin luz, sólo con los víveres almacenados el día anterior y bañándonos con una botella de agua que era para beber, así pasamos el resto del día 6", resalta Chiriboga. 

"Un día y medio después volvió la luz, pero no podíamos cerrar la puerta del cuarto porque el sistema era eléctrico, con lectores de tarjetas que aún estaban húmedos, por lo que tuvimos que dormir con un ojo abierto y otro cerrado ya que la puerta estaba entreabierta y sólo había una silla cruzada para que la puerta no se cerrara. Todos los que estaban en el hotel se mostraban solidarios, nos apoyábamos unos a otros y llegamos a un mini market, que no se había destruído, donde había que hacer filas para entrar y poder comprar lo que necesitáramos. Todos respetaban su turno y estaba todo bien organizado.

"Allí encontramos a una familia colombiana que estaba con una niña y que sólo tenían $ 15 en efectivo y les ayudamos comprando cereal, gelatina, macarrones, agua, y antes de ir a pagar nos dimos cuenta que no nos alcanzaba el dinero, por lo que un señor que estaba adelante nuestro sacó $ 20 y nos dijo que compráramos lo que necesitáramos", continuó relatando Chiriboga.

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Aquí cuando eran evacuados Andrés Chiriboga y su esposa, Sonia Romero, junto a otras 78 personas, en un avión de las FF.AA, de EE.UU. hacia San Juan, en Puerto Rico. Cortesía

El rescate

Chiriboga comenta que "luego nos invadió la incertidumbre de cómo íbamos a salir de la isla porque el aeropuerto estaba totalmente dañado. El sábado 9, a eso de la 01:00 nos avisan que hay una reunión en el lobby para informarnos que estaba por llegar un avión de EE.UU. para rescatar a la gente.

"A las 06:00 enviaron unos buses para llevar al aeropuerto a los turistas. Como al llegar a la isla nosotros habíamos alquilado un carro, lo fuimos a buscar y como lo habíamos dejado bajo techo no había sufrido daños y en el mismo nos fuimos junto a la familia colombiana hacia el aeropuerto. Las instalaciones de la empresa que alquilaba los vehículos estaban destruídas, por lo que decidimos dejar el carro en el aeropuerto y después al llegar a Miami comunicarnos con ellos para hacerles llegar la llave.

"Había unas 1.500 personas en el aeropuerto y se hizo varias filas con los turistas que se encontraban en los diversos hoteles. Vimos un avión tipo Hércules de las FF.AA. de EE.UU. junto a un grupo de holandeses que fueron a rescatarnos. Nadie sabía adónde nos iban a llevar, ni a qué hora salíamos, o cuánto demoraría el vuelo", resalta Chiriboga.

"A eso de las 09:30 nos pidieron a unas 80 personas que abordemos ese avión, tras escucharse los aplausos y agradecimientos a los marinos estadounidenses. El capitán del grupo de marinos escribió en un cartel que íbamos hacia San Juan, Puerto Rico, y que llegaríamos en unos 45 minutos. Al llegar a San Juan nos recibió la Cruz Roja para constatar cómo estábamos y nos dieron vituallas, agua y asistencia médica. De ahí tocaba ver las opciones de hoteles que nos daban y comenzaba otro mini calvario porque no podíamos regresarnos enseguida a Miami ya que el huracán iba en dirección para allá y el aeropuerto de esa ciudad estaba cerrado", destaca.

Regreso a casa

"La aerolínea finalmente nos puso el retorno para el jueves 14 y llegamos a Miami a las 14:00 adonde nos esperaba uno de mis tres hijos, Andrés Eduardo. Fuimos a casa y vimos que todo estaba desordenado por el paso del huracán, pero no hubo mayores daños e incluso la energía eléctrica retornó justo cuando llegamos", finalizó Chiriboga en su relato y ya con un poco más de calma, tras lo vivido en la isla San Martín por el paso del huracán Irma. (I)