Con Harvey, Irma y José, principalmente, la temporada de ciclones en el Atlántico norte marcó este año varios récords.

“Lo que es destacable con Irma es que es la primera vez que un huracán alcanza la categoría 5 incluso antes de llegar al mar del Caribe, más caliente” que el Atlántico, explicó Patrick Galois, del servicio de meteorología francés Météo France.

Según la escala de Saffir-Simpson, una tormenta se convierte en huracán de categoría 1 cuando los vientos alcanzan 118 km/h y en categoría 5 (la más elevada) cuando soplan como mínimo a 250 km/h durante al menos un minuto.

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La intensidad de las tormentas tropicales crece a la par con la temperatura del agua y el nivel de humedad en el aire, que aumentan a su vez con el cambio climático. Este “no crea estas tormentas, pero acentúa sus impactos”, explicó Anders Levermann del Potsdam Institute for Climate Impact Research.

Con vientos de 295 km/h durante más de 33 horas, Irma se convirtió en el huracán de mayor duración con semejante intensidad desde que se tienen datos sobre estos fenómenos, según Météo France.

En el Caribe, los daños atribuidos a Irma se estiman en $10.000 millones, según un centro alemán. Es el huracán más devastador en daños materiales en la región.

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En Texas, Harvey quedó estacionado en la región, mientras que un huracán se desplaza normalmente de media a 25/30 km/h, lo cual generó acumulaciones récords de lluvia durante un fenómeno así en EE.UU.

La formación simultánea de tres huracanes en la cuenca atlántica, como Irma, José y Katia, es poco frecuente. (I)