El papa Francisco llamó el martes a los jóvenes colombianos a no dejarse robar la alegría ni la esperanza, poco después de arribar para una visita en la que buscará impulsar la reconciliación tras un prolongado conflicto armado que desangró a la nación sudamericana.

“¿Qué es lo que no se tienen que dejar robar?”, preguntó el papa Francisco a un grupo de chicos de barrios marginales que respondió: “¡La alegría!”.

Los jóvenes lo esperaban con bailes y regalos en la Nunciatura Apostólica después de que millares de colombianos lo saludaran en su recorrido en el papamóvil tras su arribo. “Que nadie se las robe, que nadie los engañe, ni se dejen robar la esperanza”.

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Esas fueron las primeras palabras del pontífice argentino después de llegar a la capital de Colombia para una visita de cinco días cargada de simbolismos y en la que tratará de sanar heridas históricas y reconciliar a una nación dividida tras desactivar el conflicto armado más largo de Latinoamérica. Ésta es la tercera visita de un papa a la nación sudamericana luego de los viajes de Pablo VI y Juan Pablo II en 1968 y 1986.

Recibido en el aeropuerto

Tras la llegada del avión de Alitalia al aeropuerto internacional El Dorado poco después de las cuatro, el presidente Juan Manuel Santos y su esposa María Clemencia Rodríguez recibieron al papa al bajar de la escalera del avión, en cuya cabina ondeaban dos banderas: la de Colombia y el Vaticano.

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Minutos después, el Papa recibió la escultura de una pequeña paloma como gesto de paz de manos de Emmanuel, hijo de Clara Rojas que nació en cautiverio luego de que la política fuese secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuando acompañaba a la entonces candidata presidencial Ingrid Batancourt en 2002. El chico, que nació dos años después del secuestro de su madre en la selva, recibió unas palmaditas de Francisco tras entregar el objeto.

Santos comentó a los medios después de la recepción que el papa le comentó que rompería el protocolo para saludar a ese grupo de afectados por la guerra de guerrillas.

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Un grupo de niños también engalanó la recepción en el aeropuerto colombiano bailando cumbia, un ritmo folclórico emblemático de Colombia, ante la sonrisa de Francisco.

Tras los saludos de rigor a autoridades gubernamentales y eclesiásticas, Francisco saludó y abrazó a algunos personas con discapacidad y víctimas del conflicto armado. Luego subió al emblemático papamóvil para recorrer unos 15 kilómetros ante miles de personas apostadas a lo largo de la calle que con banderitas colombianas y del Vaticano lo saludaban hasta llegar hasta la Nunciatura.

La multitud lanzó flores y banderas al paso del Santo Padre, que levantaba las manos para saludar. (I)