Si una persona no tiene más ingresos que su pensión jubilar, ¿cada nuevo año su condición económica mejora o empeora?

¿El incremento es mayor o menor que la inflación registrada en el año inmediato anterior?

¡Bueno!, tal vez sería suficiente que se incremente en la misma proporción en que haya subido el costo de vida para que, al menos, pueda continuar subsistiendo, si no se presentan gastos extraordinarios.

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Pero ¿acaso el año anterior realmente podía cubrir todas sus necesidades, especialmente las derivadas de un reciente nuevo deterioro de su salud, que tantas exigencias económicas ha requerido, por no haber tenido acceso fácil y oportuno a los servicios a los que está comprometido a proporcionarle el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, porque recibió mensual y oportunamente los aportes que hicieron sus sucesivos o único patrón y usted mismo durante 40 años?

¿Acaso es usted una de aquellas personas jubiladas antes de la dolarización que sintieron un cataclismo cuando su pensión jubilar fue “dolarizada”?

¡Qué golpe! Había que salvar la economía nacional y en buena parte se lo logró.

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Para completar la financiación de su presupuesto, ¿tuvo que volver a trabajar?, ¿continúa haciéndolo?, ¿recibe ayuda o colaboraciones de sus parientes y personas amigas?

¿Perdió su independencia y tuvo que ir a vivir en casa de familiares, amigos o en hospicios cuyo costo sí puede cubrir o acaso tiene que recurrir a una o varias personas para que le ayuden a completar el valor de los servicios que recibe?

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Si así es su personal historia jubilar o la de alguna persona que usted conoce y estima, ¿qué siente al conocer, por los medios de comunicación, la situación financiera y económica del IESS?

Su programa de expansión de servicios es necesario; pero ¿acaso se pondera debidamente la situación de los jubilados?

¡Qué difícil es contestar estos interrogantes si no tenemos a la mano la información precisa!

Sin ella nuestros juicios de valor pueden resultar equivocados y hasta injustos.

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¿Cómo conocer la verdad sobre el tema de las inversiones que realiza para mejorar sus finanzas y que, aparentemente, no son suficientes para que se incrementen adecuadamente las pensiones, sobre todo algunas como la suya, que inicialmente fue fijada en sucres?

La desproporción inmensa entre las necesidades económicas de los jubilados del IESS, algunos de los cuales reclaman en los medios de comunicación por la insuficiente o inoportuna prestación de los servicios a los que tienen derecho, a pesar del monto de los ingresos que percibe o debiera percibir dicha institución, me parece que exige una revisión completa de su administración económica.

Creo que deben prevalecer los intereses de los más débiles en la relación: los afiliados, que no son voluntarios sino obligados, pequeño detalle que no debemos olvidar.

¿Qué hacer con los jubilados cuyas pensiones fueron “dolarizadas”?

¿Debemos repensar una mejor manera de convertir al IESS en óptima servidora de sus afiliados? ¿Qué deberíamos hacer si la pensión jubilar no alcanza?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)