El cantar de jilgueros, caciques negros y canarios se escucha en las elevaciones que rodean a Pile, una comunidad llena de historia y de saberes ancestrales, esos mismos conocimientos que crean sombreros finos de paja toquilla.

En esta comunidad hay unas 400 personas que están ligadas a la elaboración de sombreros finos y otros derivados de la paja toquilla, dice Johnny Holguín, presidente de esta localidad del cantón Montecristi.

Ahora la tranquilidad de la comunidad se ha sorprendido por lo que ellos catalogan como un milagro. El Gobierno de la República Checa realizó la donación de una prensadora hidráulica, una maceteadora o apaleadora de sombreros, una plancha y una máquina eléctrica industrial, todo esto que tendría un costo cercano a los 25 mil dólares, con lo que el sombrero ya se puede dar con todo su acabado.

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Holguín reconoce que estos equipos lograrán que los sombreros ya no tengan que llevarlos a Montecristi, Cuenca u otra localidad para, por ejemplo, apalearlos o darles la forma en la parte alta del tocado.

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Como se indica en Pile, un sombrero en crudo (sin apalearlo ni darle la forma), de unos 18 a 20 grados –puntadas por pulgadas–, le pagarían en Pile unos 25 a 30 dólares, pero ahora con estas máquinas el sombrero ya se lo podría vender en esta localidad en unos 80 dólares.

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Graciela López, moradora de Pile, indica que antes de la dotación de las máquinas debían prácticamente regalar su trabajo para que otros efectuaran tanto el apaleado como la forma en la parte alta del sombrero y ellos, los considerados intermediarios, se llevaban el mayor porcentaje de venta.

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Celia López, administradora del centro de arte Pile, dijo que es esencial la comercialización directa y de ahí dar un salto importante como es la internacionalización del producto. (I)

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Arelys Rodríguez, especialista de proyectos del Mipro, indicó que con ayuda del Gobierno y el sector privado, en seis meses los artesanos tendrán contactos con empresas de venta de sombreros a nivel mundial.