Tenía unos 14 años cuando en medio de una plantación de banano, en su natal Santa Rosa (El Oro), tuvo la curiosidad de saber qué había dentro del tallo que sostiene el fruto del banano, llamado raquis. Había fibras naturales. Las extrajo, secó y al intentar romperlas no pudo, son resistentes.

El descubrimiento de Daniel Espinoza Díaz lo dio a conocer como estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad Católica de Guayaquil el año pasado. Propuso reemplazar las fibras sintéticas por las naturales en la fabricación del hormigón y los profesores Mercedes Beltrán y Gilberto Martínez le confirmaron que la idea tiene potencial.

En octubre pasado empezó la investigación, se hicieron pruebas y los resultados son positivos: Un hormigón casi óptimo. Las fibras naturales evitan la retracción mecánica del hormigón, evitando fisuras y costosas reparaciones, explica el joven de 24 años, quien se muestra orgulloso de estar junto a dos ecuatorianos entre los 31 finalistas en Premios Latinoamérica Verde.

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Hoy culmina la cita ambiental, en la que se inscribieron 2.409 proyectos de 36 países, en el hotel Hilton Colón con la gala de premiación de las 10 mejores iniciativas verdes de la región.

En una vitrina del salón están algunas muestras de su producto. Con ello explica que es un hormigón casi óptimo, porque aún investigan la dosificación exacta de la fibra. En una pequeña viga se estudia cómo al romperse (por un sismo por ejemplo) el material no se desprende, sino que queda colgando por la fibra.

Espinoza destaca que por la cantidad de banano que exporta el país, que en el 2015 fue 317 millones de cajas y 774 millones en el 2016, la iniciativa es sustentable y además beneficia al ambiente al reciclar la materia prima (fibra) del raquis, que es desechado y que contamina el suelo, el agua y atrae moscas.

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Por ello trabaja desde julio en el plan piloto de enseñar el proceso de extracción de la fibra a 30 trabajadores de una hacienda en Pasaje (El Oro). “La idea es crear microempresas en cada hacienda para que pueda procesar la fibra y tener un ingreso extra. Si se replica en el país, serían más de 100 mil familias las beneficiadas”, dice. También incursionan, con su equipo de la universidad, en otros productos, como la estabilización de taludes con la fibra natural. (I)

Espero que esto no se detenga, que sea un inicio para cosas más grandes, impulsar microempresas en el país y que se replique en los países que producen banano. Sería maravilloso porque la idea salió de Ecuador.Daniel Espinoza Díaz, estudiante de Ingeniería Civil