Un aro de madera, cinta de cuero, listón o hilo para forrar el aro, una pinza para tender ropa, plumas de aves andinas y piedras de cuarzo son los materiales que utiliza Lenín Cachimuel para elaborar atrapasueños, en el mercado artesanal del malecón Simón Bolívar.

El otavaleño, de 25 años, explica que en la creencia indígena este artefacto filtra los sueños y las pesadillas. Debe ser colgado, sugiere, en la cabecera de la cama para que “los pensamientos malos se separen de los pensamientos buenos”.

“Los sueños agradables se quedan en el círculo y las pesadillas bajan lentamente por las plumas y se quedan atrapadas en las piedras. Al día siguiente estas se queman con el sol como símbolo de purificación”, comenta Cachimuel.

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El joven diseña este elemento hace 9 años, desde que se mudó a Guayaquil por trabajo. Según Cachimuel, hay distintas formas de elaborar un atrapasueños, por lo general depende del gusto del comprador.

“Los realizo de todo tamaño y color. Cuando el cliente me pide algo personalizado, lo hago. Él escoge el color e incluso el dibujo que desea que lleve en el centro”, manifiesta. En la elaboración se demora entre dos horas y un día, dependiendo de los pedidos que tenga.

Primero, dice, se enrolla la cinta de cuero en el aro de madera para que quede “muy apretado”. La pinza se utiliza para sujetar el comienzo de la cinta. Luego se corta alrededor de 4 metros de hilo del color que se desee y se comienza a enrollar el hilo en el aro.

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“Una vez que se forma esta base, se corta otro tramo de hilo y se repite el tejido, pero esta vez dando una pequeña vuelta en  medio  de la capa anterior, para ir formando una telaraña”, comenta, y agrega que al final se cuelgan las piedras.

Los materiales los trae de Otavalo porque esa ciudad “es el centro pluricultural de Ecuador, que genera la mayor cantidad de artesanías”. “Nosotros ayudamos a los demás artesanos que realizan sus artefactos y los vendemos aquí”. (I)