Paso a paso, Danny Villacís va explicando cómo utilizar las plantas para extraer los pigmentos que serán usados para pintar sus lienzos de la forma como lo hacían nuestros antepasados.

Villacís, un apasionado por la arqueología, es parte del equipo de expertos encargados en instruir a los ciudadanos sobre los saberes ancestrales de los antiguos habitantes de Quito que trabajaron en prendas pintadas con pigmentos vegetales.

Estos saberes fueron difundidos a través de los talleres arqueológicos gratuitos que se iniciaron el 8 de julio pasado, en las instalaciones del Parque Arqueológico y Ecológico Rumipamba, que significa Valle de Piedra, ubicado en el sector de las faldas del Ruco Pichincha.

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El Parque Rumipamba muestra una fracción de lo que fue la ocupación de Quito antes de la llegada de los incas. Y entre los múltiples hallazgos realizados a lo largo de los cerca de 15 años de investigación arqueológica, destacan importantes muros de piedra, restos de casas, hornos y fogones, y un buen número de tumbas, así como una enorme cantidad de artefactos de cerámica y lítica.

“El proceso para lograr los pigmentos es simple: se recolectan las flores, las hojas, las raíces y los frutos y se ponen a hervir por un tiempo de 30 minutos, según las condiciones que presenten las plantas. Hay ocasiones en las que se debe hervir durante todo un día”, les explica Villacís a sus alumnos.

Además señaló que el taller fue programado para que las personas interesadas en conocer cómo nuestros ancestros preparaban los pigmentos para dar color a sus obras de arte y, además, con el objetivo de recuperar el valor ancestral de las plantas. (I)