Les soplan un papel, les pasan una toalla, los tocan, les aplican alguna sustancia, como perfumes, o les dan alguna bebida y minutos después pierden la voluntad de actuar o el conocimiento, cuentan las víctimas.

Algunas no recuerdan nada y al despertarse se ven abandonadas en las vías, sin sus pertenencias. Otras relatan, en sus denuncias en la Fiscalía, que avanzaron hasta los cajeros y dieron las claves de sus tarjetas de crédito y débito y otras pertenencias de valor. Afirman que se sentían ‘atolondradas’, sin fuerzas para negarse a lo que les pedían los antisociales.

Pero no en todos los casos, los delincuentes usan escopolamina para drogar a sus víctimas y despojarlos de sus pertenencias, dicen médicos consultados por este Diario. Los somníferos o medicinas para conciliar el sueño, la marihuana, la cocaína y otras sustancias son también empleadas por los delincuentes para cometer sus fechorías.

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Sus víctimas ya no solo son adultos. Hay también adolescentes que han sido dopados o drogados, según sus padres, mediante engaños y luego les han quitado sus bienes, como los celulares y mochilas.

William Muñoz, coordinador de Áreas Críticas del hospital público Abel Gilbert, cuenta que en quincena y en fin de mes tienen una alta incidencia de atención de personas que llegan con efectos de haber sido drogados con escopolamina y con otras sustancias.

Según el galeno, basta 100 mg de escopolamina (menos del polvo de una píldora) para matar a un adulto y 10 mg para acabar con la vida de un niño.

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Desorientación, somnolencia, respiración agitada son los síntomas más visibles de una intoxicación por este tipo de sustancias, dice, que se convierten en mortales cuando comprometen el sistema respiratorio y cardiaco, que lleva a la muerte del paciente.

Las benzodiacepinas (medicamentos psicotrópicos con efectos sedantes) y las anfetaminas (estimulantes del sistema nervioso) también son empleadas por delincuentes para cometer diferentes delitos, sostiene Gray Ramírez, experta química del área de Criminalística de la Policía, donde realizan análisis de muestras con drogas que son enviadas por orden judicial.

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De las muestras que les llegan, un 5% corresponde a las benzodiacepinas, que son mezcladas con bebidas y con otras drogas, para inducir al sueño.

“A veces están los chicos en las discotecas, les dan bebidas con estas sustancias, para poderlas violar o cometer algún delito”, menciona Ramírez.

Y aunque en el país estos medicamentos solo pueden ser vendidos con recetas médicas, hay quienes los consiguen y utilizan para delinquir, según la especialista. (I)

Pasajero lo drogó
Taxista informal. Iba en su Chevrolet negro por la av. Narcisa de Jesús cuando dos hombres le solicitaron una carrera a Chimborazo y Cuenca. Uno de los pasajeros le enseñó un papel y al poco tiempo perdió el conocimiento. No recuerda nada. Se le llevaron su carro. (I)

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Esperaba el bus
Víctima adolescente. Esperaba el bus, a las 18:00, en la terminal y mientras una mujer insistía en llamar su atención, un hombre la empujó. No recuerda más. Otra señora la auxilió, pero no tenía el celular ni $ 10. En la prueba de orina salieron restos de droga. (I)

Estaba en restaurante
Le dieron bebida. Un sujeto en aparente estado etílico empezó a darles bebidas a sus amigos. El denunciante recuerda que les quitó sus bienes y que él y dos amigos se subieron al carro del desconocido, en el que estaba una mujer. Se le llevaron el celular, $ 400, tarjetas de crédito. (I)

Engañó a estudiantes
Pedía ayuda. Les enseñó una cédula y les dijo que lo ayudaran a empujar el carro. Al de 14 años le dio un billete para que fuera a la gasolinera. Luego envió al de 13 años a dejarle una llave. Se les llevó los celulares, las mochilas y una pelota. Ellos sentían náuseas, malestar y mareos. (I)