La entrega final de armas a la ONU por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) parecía poner fin a la guerra con el Estado, sin embargo, no se vislumbra un cese de la violencia y nuevos actores surgen como amenaza al futuro de la paz.

Entre esos actores están los disidentes guerrilleros de las FARC. Esta semana la cadena RCN reportó enfrentamientos entre los rebeldes y el ejército en Jamundí, en el sur del Valle del Cauca. Autoridades informaron que se debieron a la incautación de las armas y por los cultivos de coca en el sector.

Meses atrás la jefatura de las FARC expulsó a cinco comandantes por ir en contra de la línea político militar de la guerrilla. Otros seis desertaron. Estos líderes rebeldes operaban en la zona oriental, donde hay grupos armados de narcotraficantes, según el centro de investigación InSight Crime.

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La deserción del total de rebeldes alcanza el 6%, publicó Folha de Sao Paulo.

El presidente Juan Manuel Santos había ratificado la transformación de los 26 puntos de desarme en “espacios territoriales para la capacitación y la reincorporación” de al menos 7 mil exguerrilleros.

Las FARC dicen estar preocupadas por su seguridad. El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos ha registrado el asesinato de 19 personas, entre exguerrilleros, milicianos urbanos y familiares, desde que se firmó el Acuerdo de Paz el 24 de noviembre.

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Santos dijo que no permitirá que ahora que las FARC se convertirán en un partido sea víctima de un exterminio como el que vivió la Unión Patriótica, que integraron exguerrilleros, en los 80 y 90.

Otra amenaza proviene de grupos paramilitares que han cobrado protagonismo con amedrentamiento a guerrilleros desmilitarizados o defensores de derechos humanos.

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Médicos sin Fronteras publicó un informe llamado “A la sombra del proceso de paz”, el cual indica que, después del acuerdo de paz, Colombia enfrenta un “incremento de la presencia e influencia de organizaciones criminales y otros grupos armados”.

La Fundación Paz y Reconciliación y la Fundación Ideas para la Paz afirman que los disidentes están desplegados en el norte de Santander, Vichada, Guainía, Vaupés, Guaviare, Putumayo, Cauca, Nariño, Valle del Cauca y Chocó. Incluso se les atribuyen secuestros, ataques, extorsiones, reclutamiento de menores, muertes de civiles y de fuerza pública, según elpais.com.co, medio que agrega que, desde el frente del expresidente Álvaro Uribe opinan que la disidencia es el “plan b” de las FARC por si fracasa la implementación del acuerdo.

Analistas han dicho que aunque esto último suceda, no podrán igualar a la guerrilla originaria, y que el fin de los disidentes es controlar el tráfico de drogas y la extorsión.

En zonas como Buenaventura y Tumaco –rutas del narcotráfico–, la violencia sigue activa con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) –guerrilla de unos 1.500 rebeldes en diálogos con el Gobierno–; disidentes de las FARC y grupos narcotraficantes de origen paramilitar.

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Las conversaciones entre el ELN y el Estado van por su tercer ciclo, sin lograr un cese al fuego. Los enfrentamientos y atentados continúan. (I)

156
Líderes sociales asesinados en los últimos 15 meses.

Cadáveres
Los restos de 18 hombres y 3 mujeres muertos en el conflicto, entre 1991 y 2009, fueron entregados a su familia el viernes en Medellín. Estaban en una fosa común tras ser asesinados por paramilitares, guerrillas y fuerzas estatales en los departamentos de Antioquia, Nariño y Sucre.