Entraban de rodillas, en sillas de ruedas, con bastones o agarrados del brazo de parientes. Llegaban de Guayaquil, Cuenca, Riobamba, Bucay, Machala y otras ciudades. También de países vecinos como Perú y Colombia. Eran los fieles de san Jacinto, el patrono del cantón Yaguachi, que celebra a su santo hasta fin de mes. Es una de las fiestas más representativas y conocidas de esta localidad.

Y aunque el miércoles fue el día de la celebración mayor, por su procesión, los fieles siguen llegando a Yaguachi para agradecer y pedir la intercesión del santo ante Dios, dicen los creyentes. Hoy y mañana se espera recibir a más feligreses, que aprovechan también la estadía para degustar dulces, comida y bebidas típicas, además de recorrer puestos de ropa, artesanías y otros, que estarán instalados hasta el 31 de agosto.

“Quiero una misa por mi santo patrono Jacinto”, decía ayer un feligrés, que con la ayuda de su bastón llegó hasta la Catedral de Yaguachi, que a su vez es basílica menor y santuario.

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Lucía Chévez de Moreira, que hoy cumple 80 años, se desplazaba por la iglesia también con la ayuda de su bastón y sostenida por su esposo, Lorenzo Moreira, de 78 años. Ambos, con 53 años de casados, salieron de Guayaquil antes de las 10:00 en un bus intercantonal.

Al entrar a la Catedral, visitaron primero la gruta de san Jacinto, donde se le encienden velas. Escucharon la misa que se dio en la mañana ante la presencia masiva de creyentes y se acercaron a la imagen, para tocarla y pedirle favores.

También recibieron el agua bendita que roció el cura después de la misa y volvieron a la gruta, que está a un costado del altar. El mismo itinerario lo repitieron otros visitantes.

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A la imagen de Jacinto se acercaban los desempleados, los que pedían salud, amor, dinero, protección... Quienes lo tocaban se pasaban sus manos por sus ojos y por el resto del cuerpo, ya que al santo se le atribuyen los milagros de devolver la vista y dar movilidad, reseña la historia.

En el vestuario bordado de la escultura resaltaban fotos de personas postradas en cama, de niños, de mujeres y hombres, por quienes sus familias hacen peticiones. A la gruta, en cambio, los devotos iban con velas blancas y de colores. La amarilla, decían, era para pedir por el trabajo, escaso en estos días, resaltaban. La roja es para el amor y la azul, para la salud.

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Vipin George, párroco rector, desde hace 5 meses, de la Catedral de Yaguachi, cuenta que la devoción y las manifestaciones de fe por Jacinto (el santo polaco) aumentan con el pasar de los días.

La fiesta también trae esperanza a decenas de comerciantes que llegan a la fiesta para ofrecer una variedad de dulces y mejorar sus economías.

Detalles
Más actos. Este 31 se realizará otra procesión por las calles del cantón, a las 20:00. Luego se quemará un castillo de juegos pirotécnicos y la imagen volverá a la iglesia. De ahí, todos los 16 de cada mes se harán consagraciones de los niños a san Jacinto. (I)