Maestros y estudiantes de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador viven con sentimientos encontrados respecto a su futuro profesional. La carrera es muy atractiva, tanto que durante todos los años de estudios, los alumnos y sus profesores se esmeran para aprender y manejar todos los secretos concernientes a las artes. Y durante sus encuentros ante el público han demostrado que están preparados para realizar presentaciones.

Pero lo duro viene cuando los estudiantes enfrentan la vida profesional sin encontrar sitios que les aseguren un trabajo estable, bien remunerado y que les proyecte un buen futuro.

Los profesores están contentos con sus estudiantes porque han demostrado una excelente calidad y entrega para poner en escena diferentes obras. Uno de esos ejemplos es este año lectivo, en el que la carrera de Teatro de la Facultad de Artes ha cerrado el proceso formativo 2016-2017, con varios proyectos escénicos desarrollados por el tercero y cuarto año.

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Una de esas obras fue Arrebato Opus 52, poema lírico escénico en trece movimientos, basado en Las Bacantes de Eurípides y la vida de la bailarina Isadora Duncan, dirigido por la maestra Madeleine Loayza, docente de la cátedra de actuación del tercer año.

Otra fue Antígona 505 y Carnada, dirigida por Santiago Rodríguez, actual director de la carrera de teatro, con la participación de los estudiantes del último año de formación.

¿Qué le hace falta al teatro ecuatoriano?, fue una nueva interrogante.

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“Hace falta que las autoridades, el gobierno, hagan conciencia de que este es un oficio, un trabajo para el que se deben crear las condiciones necesarias para que se pueda desarrollar”, manifestó Patricio.

Los estudiantes coinciden en que quisieran que así como en las escuelas y colegios hay el profesor de matemáticas, de historia, de ciencias, haya también el docente de teatro para que no sean otros profesores o el inspector el que organice el teatro en los planteles.

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Santiago Rodríguez, director de la facultad, dijo que “hay muchos factores para que el teatro pueda enrumbarse. Primero tiene que ver con las políticas que el Estado no ha generado y eso implica, por ejemplo, una asignación presupuestaria para que pueda prosperar dicha actividad; generalmente, al Arte es al último al que se le toma en cuenta”.

Nos gusta el teatro, nos apasiona hacer esto. Y nos gusta estar descubriendo y llevando a la comprensión social que el conocimiento que se produce desde el arte es igual al que se hace desde otras ramas.Jorge Poveda, estudiante.

(I)