“Si (las autoridades) hubieran controlado el exceso de pasajeros, cuatro en una cabina simple y ocho en el balde, se habría evitado la muerte de tanta gente humilde del cantón Guamote”. Fue la reflexión de José Roldán, dirigente de la comunidad Totorillas, perteneciente a la parroquia Palmira, cantón Guamote, respecto al accidente de tránsito que esta vez enluta al campesinado de esta zona de la Sierra norte del país.

Doce integrantes de una misma familia, que se movilizaban en una camioneta, fallecieron la tarde del domingo 23 al chocar el carro liviano con un camión, en el sector Puente Negro, de la comunidad Secao San José, parroquia Columbe, cantón Colta (Chimborazo), en la carretera Panamericana Sur.

Ese día hubo un segundo siniestro, en la misma vía, en la parroquia Palmira, cantón Guamote. Seis personas murieron en el choque entre un auto y otro camión. Presumiblemente el primer carro venía de Cuenca. Los cadáveres de ambas tragedias fueron trasladados a la morgue de Riobamba.

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En Totorillas, en medio del dolor del velatorio, donde había ropa de las víctimas sobre los féretros, familiares contaron que el sábado 22, al mediodía, 52 habitantes partieron como invitados a un matrimonio en Zumbagua, provincia de Cotopaxi; cuarenta, en un bus de la cooperativa Ñuca Llacta y doce en una camioneta.

“Regresaron desde la provincia de Cotopaxi, pasando por las provincias de Tungurahua y Chimborazo”, remarcó Roldán aludiendo que, al parecer, ningún agente de control vial reparó en el paso de la unidad por tres provincias y en una vía de primer orden.

Los fallecidos, tras ser identificados y cumplidas las autopsias, eran velados en distintos recintos. Trabajaban en la siembra y cosecha de papas, habas, chochos y quinua.

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En el recinto Chauzan Totorillas, en un cuarto con piso de paja de montaña, se velaba el cadáver de Cipriano Marcatoma Roldán, de 56 años; además los cuerpos de quienes fueron sus nietos, Cristian Marcatoma Guacho (10) y Génisis Paca (7). En Cochabamba Totorillas, en una casa, en medio del llanto de familiares y cánticos de dolor en idioma quichua, velaban los restos de Segundo Marcatoma Roldán (33); su esposa, Paula Paca (33); sus hijos, Widison (7), Diana (8 meses) y Digna Marcatoma Paca (4).

Quedó en la orfandad Jhon Alexander Marcatoma Paca, de 10 años. Se salvó porque iba en el bus con su abuela, María Roldán, quien se quedó viuda, sin dos hijos y cinco nietos, todos fallecidos en el choque.

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“Alexander ahora necesita la ayuda de todos los de la comuna, en especial de las autoridades del cantón y la provincia, se quedó sin padre y madre sin sus hermanos, está solo”, suplicó Raúl Guaraca, familiar de las víctimas.

En la comunidad Chauzan San Alfonso de Totorillas, en medio de un frío helado propio de la zona de Palmira, se velaba el cuerpo de Alexandra Marcatoma (35). En el recinto San Pablo de Totorillas despedían a los esposos, Vicente Mejía Roldán (65) y Udulia Roldán (54), y el hijo de la pareja, Ángel Vicente Roldán (26).

Los sepelios están previstos para hoy.

Se prevé un pronunciamiento de la Agencia Nacional de Tránsito (ANT). (I)

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