De aquel Guayaquil de su juventud extraña la seguridad con la que salía a la calle sin temor a ser víctima de robo. La ciudad, describe, era sucia, llena de “tallarines” y con pocos lugares para visitar. En el cerro del Carmen, Alberto Daccach Plaza, de 58 años, menciona que entre aquellos contados sitios de entretenimiento que había en la ciudad prefería ir con sus amigos a los cines Maya, en Urdesa, o Inca, en el barrio Centenario, a ver dos funciones los domingos por la tarde.

De Urdesa, donde vivió hasta los 25 años, añora aquel terreno amplio que había frente a su casa, en Bálsamos entre la Quinta y Sexta, donde jugó fútbol y béisbol con sus amigos.

De ese Guayaquil, desordenado y sucio, queda muy poco, sostiene. Guayaquil ahora es bella y tiene una variedad de lugares turísticos y de esparcimiento familiar, afirma en tono enérgico el jefe del servicio de emergencia del hospital Luis Vernaza, al dar una mirada panorámica de la ciudad que lo vio crecer desde los 2 años.

Publicidad

Desde lo alto del cerro destaca a (la noria) La Perla como uno de los atractivos de la urbe porteña, que este mes está de fiesta por cumplirse 482 años del proceso fundacional. Muestra también el malecón Simón Bolívar que ha recorrido muchas veces con su familia y señala que en bastantes ocasiones se ha detenido en el Imax para ver un documental.

Menciona que le gusta contemplar el río Guayas, pero opina que le falta movimiento fluvial de yates y embarcaciones, como en otras ciudades del mundo. Cree que se necesita explotar ese recurso que embellece a la Perla del Pacífico.

Con afecto resalta, en esa vista panorámica, la infraestructura del colegio San José La Salle, donde estudió en su niñez, el edificio patrimonial del hospital Luis Vernaza, donde labora hace 26 años, y la regeneración urbana del centro que le cambió la cara a la ciudad. Y aunque nació en otra tierra, en Londres, Inglaterra, mientras su padre hacía su posgrado médico, él ama su ciudad.

Publicidad

“Guayaquil es hermosa, si tuviera más seguridad y mejorara la fluidez vehicular, no le pediría favor a ninguna ciudad del mundo”, expresa el médico cirujano de 58 años, quien también destaca la gastronomía local. Aunque no le gustan los platos locales, como el encebollado o caldo de salchicha, sí disfruta del cangrejo “como sea”, al ajillo, en encocado o criollo, y la cazuela mixta de pescado con camarón. Para desayunar, bolón de maduro con queso.

Del guayaquileño resalta la forma de ser, la solidaridad y la hospitalidad de su gente, por eso llegan extranjeros a quedarse, además por ser relativamente ‘barato’ para vivir, en comparación con otras ciudades del mundo que ha visitado. Ve con orgullo cómo la urbe sigue creciendo, ahora más hacia la vía a la costa, con proyectos urbanísticos y de servicios importantes, como la construcción del nuevo aeropuerto y de otro hospital. (I)

Todas las ciudades del mundo son bonitas para visitar, pero para vivir nada como Guayaquil, por el afecto de su gente, por la forma de ser del guayaquileño, por tantos lugares bonitos que hay para visitar.