Una escultura de Abraham Calazacón regenta el parque Joaquín Zaracay en Santo Domingo. Historiadores y miembros de la nacionalidad tsáchila proponen recuperar la historia de estos dos personajes y colocar sus figuras en lugares que lleven su nombre.

En 1954 la junta parroquial de Santo Domingo puso el nombre de Joaquín Zaracay al primer parque que tuvo el poblado. En una placa en el sitio se indica que el nombre se dio en “homenaje del primer chamán que tuvo la etnia tsáchila”.

Por años no hubo una escultura en el lugar. En la Alcaldía de Holger Velasteguí (1996-2000) se decidió colocar una imagen de Abraham Calazacón y no de Joaquín Zaracay.

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Abraham fue bisnieto de Bruno Calazacón, el primer “miya” rey que reconoció la nacionalidad, y el último gobernador vitalicio. Desde que murió por un infarto, el 8 de julio de 1981, los tsáchilas eligen gobernador por votación.

El historiador Oliverio Guevara dice que el parque Zaracay encierra una historia que debe ser rescatada, porque “Joaquín Zaracay no fue tsáchila, era un chamán que llegó desde la Sierra centro y convivió con los indígenas que anteriormente eran llamados colorados”.

Con la tesis de Guevara coincide Mateo Calazacón, hijo de Abraham, quien también sostiene que Zaracay fue un “mestizo” que vivió con los tsáchilas y compartió sus conocimientos de medicina ancestral, por ello es reconocido como chamán entre la nacionalidad.

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En el libro La región de Santo Domingo de los Colorados, escrito por Fernando López, se detallan entrevistas a pobladores que conocieron a Zaracay. En el texto se describe que su contextura era de una persona pequeña de estatura, delgada, con barba y pelo blanco, además que siempre vestía de blanco y llevaba consigo un bastón.

El censo que realizó en 1921 el comisario Luis Valverde también registra la presencia del chamán. En el documento se indica que su nombre es Joaquín Saracai, sin las letras z ni y, que tenía 80 años. (I)