Estos depósitos o locales de venta de leche, especialmente la de ganado vacuno, tuvieron mucha acogida durante varias décadas en el Guayaquil de fines del siglo XIX y hasta más allá de la mitad del XX. La ciudad no se había extendido con la rapidez actual y en sus alrededores existieron haciendas y quintas que proveyeron de este alimento al vecindario poniéndolo a la venta en locales que la gente bautizó como lecherías, situadas en diferentes barriadas con producto de su propia ganadería o con el que le llegaba de poblaciones vecinas por medio de comerciantes mayoristas.

Sobre esto último, los dueños o administradores de fundos con importante población ganadera enviaban en las primeras horas? de? la mañana la leche que se vendía en el Puerto Principal usando como medio de transporte las lanchas que iban y venían de poblaciones cercanas como Samborondón, Pascuales, Daule, Yaguachi, etcétera; en la tarde, algunos establecimientos atendieron a su clientela con la producción que les llegaba de Chongón, Pascuales, Mapasingue y otros lugares cercanos, además la de las vaquerías y establos del área periférica, siendo los terrenos de ?La Atarazana y ?e?l Guasmo ejemplos de ello.

Pero hubo también pequeños empresarios de producción lechera que prefirieron comercializarla en el mismo sitio o la enviaron a entregar a domicilio, pagada en el momento o a la sencilla –casos de l?os abonos semanales o quincenales. Para testimoniar este breve apunte está el siguiente aviso publicado el 3 de septiembre de 1930 en Diario EL UNIVERSO: “?Leche al pie de la vaca.- Proteja la salud de sus niños. Se vende por litros y vasos, recién ordeñada, mañana y tarde, en presencia del interesado. Jardín Victoria en Chile 3.304, teléfono 2-2-9, privado”.

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Las múltiples lecherías existentes poco a poco dejaron de funcionar hasta convertirse en un sabroso recuerdo. Ahora se las evoca por el servicio que prestaron y por haber sido parte del paisaje urbano e inscribirse en la memoria guayaquileña. (F)