La historia política del Ecuador está jalonada de figuras que han marcado largos procesos y que han elaborado proyectos con el fin de llevar a cabo transformaciones profundas en el país, pero también para tener hegemonía donde el caudillo o el político sea el eje gravitante.

Rocafuerte-Flores, del odio a la amistad interesada

En 1830 nace el Ecuador como República. El general Juan José Flores es elegido presidente en la Convención reunida en Riobamba. Su gobierno tuvo un estilo autoritario y la oposición fue perseguida y encarcelada.

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En Guayaquil, Vicente Rocafuerte es la cabeza visible de las fuerzas antifloreanas, organizó y lideró un grupo armado llamado los ''chihuahuas'' que por la vía armada se proponían derrocar al Gobierno.

En junio de 1834, Rocafuerte es capturado por Flores en la isla Puná, pero en lugar de fusilarlo, el presidente decide ofrecerle su amistad dando muestras de una habilidad política magistral, firmando un acuerdo con su prisionero que buscaba pacificar el país, amnistía para los alzados en armas y apoyo político para Rocafuerte en sus aspiraciones electorales.

Esto se cumple cuando en la Convención de Ambato de 1835, donde hay mayoría de asambleístas floreanistas, eligen a Rocafuerte como nuevo presidente de la República. Rocafuerte nombra a varios excolaboradores de su antecesor, incluso Flores ejerce el mando del Ejército, lo que de una manera tácita sirve para sostener al nuevo régimen y sobre todo mantener el acuerdo político. Estas cosas levantan la ira de sectores que anteriormente habían apoyado a Rocafuerte, pero nada hace que el presidente aleje la influencia de Flores.

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Cuando el General vuelve al poder al ser elegido por el Congreso en 1839, de inmediato nombra a Rocafuerte como Gobernador del Guayas, uno de los cargos de mayor poder después de la presidencia; de esta manera la alianza se mantenía con el objeto de preservar la estabilidad del país. Esto cambia cuando Flores decide postularse para un nuevo periodo (el tercero). En 1843 es elegido presidente en una nueva Convención que además redacta una nueva Constitución llamada "Carta de la Esclavitud" donde se establece la reelección indefinida.

Rocafuerte le sugiere a Flores que no gobierne con esa Constitución a la que consideraba antidemocrática, Flores hace oídos sordos, la ruptura se da de inmediato y los antiguos aliados se vuelven enemigos mortales. Rocafuerte se exilia en Lima donde dirige la oposición, desde allí escribe sus famosas Cartas a la Nación, donde ataca a su antiguo aliado y es uno de los principales artífices de la revolución Marcista que pone fin al Floreanismo en 1845.

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García Moreno-Jerónimo Carrión-Javier Espinosa

Gabriel García Moreno, figura clave de la política del país directa e indirectamente durante quince años, fue el gobernante conservador de 1861 a 1865. Después de su primera presidencia, para las elecciones del siguiente periodo el candidato que gozó del beneplácito de García Moreno fue Jerónimo Carrión, a quien muchos consideraban un continuador de la política Garciana, pero una vez ganada la presidencia (septiembre de 1865) quiso zafarse de esa imagen y decidió mantener distancia, primero nombrando como Ministro de Relaciones Exteriores a Manuel Bustamante, que tenía discrepancias con García Moreno desde hace años y porque el caudillo lo consideraba de tendencia liberal, y segundo no apoyándolo en la elección de senador por Pichincha, lo que concitó la ruptura.

Sin el respaldo de los garcianistas en el Congreso, y con una oposición liberal que se estaba fortaleciendo, más los movimientos que el propio expresidente hacía en el ejército, Carrión se quedó sin respaldo. El historiador Alfredo Pareja Diezcanseco dice que el General Julio Sáenz, comandante militar de la guarnición de Quito, le dijo a Carrión en un encuentro: "Excelentísimo señor, le manda decir el señor García Moreno que renuncie usted de inmediato a la presidencia". Real o no, el presidente en funciones carente de respaldo político y militar envió su renuncia al Congreso en Noviembre de 1867.

Javier Espinosa fue el candidato ideal de García Moreno para suceder a Carrión y poder terminar ese periodo de gobierno. De él había dicho '"Espinosa será el mejor presidente'', pero una vez más se equivocó. Espinosa hizo dos acciones que produjeron la ira de García Moreno: nombrar como Gobernador de Tungurahua a Francisco Montalvo, hermano de Juan Montalvo, su más encarnizado enemigo, y permitir que el diario El Cosmopolita circulara libremente.

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Y aunque Espinosa nombró a García Moreno como jefe político y militar de Ibarra después del terremoto de agosto de 1868, su suerte estaba sellada.

Esta separación se hizo más evidente cuando la candidatura liberal de Francisco Aguirre Abad ganaba más apoyo y Espinosa, respetuoso del proceso electoral, se mantenía neutral.  Un triunfo liberal frustraría el deseo de García Moreno de volver al poder. Este en su periódico ''La estrella de Mayo'' vaticinaba que el triunfo de Aguirre sería el regreso del expresidente Urbina, por lo que no dudó en usar sus contactos en el Ejército como es el caso nuevamente del Gral. Julio Sáenz, para dar un golpe militar el 16 de enero de 1869 que depuso a Espinosa. Con esto García Moreno volvía al poder y al control total del Ecuador.

Alfaro y Plaza, la pugna en el Liberalismo

Con la revolución del 5 de junio de 1895 el Liberalismo radical logra su triunfo e inicia un proceso de convulsión y transformaciones políticas y sociales durante un periodo de más de 20 años. Tuvo dos fíguras como sus principales protagonistas: el General Eloy Alfaro y el General Leonidas Plaza. Los dos representaron sendas tendencias de acción que llevaron a la división de esta ideología política.

Tanto Alfaro como Plaza combatieron durante años a los gobiernos conservadores en las montoneras liberales. Cuando la Revolución triunfa, Alfaro encabeza los primeros años el gobierno, donde pone los cimientos del estado liberal. El laicismo, libertad de cultos, ley de Registro Civil, el inicio de la construcción del ferrocarril trasandino, entre otras obras, son parte del gobierno de Alfaro.

Hasta ese momento los liberales se mantenían unidos amparados también en el radicalismo de un Ejército formado por los antiguos generales montoneros. Las primeras discrepancias se dan en las elecciones de 1900, en las que para nombrar candidatos y seguir preservando la continuidad de la revolución se barajaron los nombres de los que iban a suceder a Alfaro. Surgieron personajes como Lizardo García, Manuel Antonio Franco, Emilio Estrada y el de Leonidas Plaza. Alfaro a regañadientes aceptó la candidatura de Plaza, todo en aras de mantener el liberalismo intacto.

En la posesión de mando en septiembre de 1901, elogiaría a Alfaro al decir: "Cuento con el ejemplo de las altas virtudes que en su administración ha ostentado mi ilustre predecesor. Feliz yo sí, con igual entereza y abnegación, logro multiplicar las páginas gloriosas de nuestro Partido". Plaza profundizó las reformas que Alfaro había hecho anteriormente, pero en lo político decidió apoyarse en grupos que se identificaban con sectores conservadores; además, Plaza se cuidó de apartar de su administración a los elementos más radicales del Alfarismo, lo que dio paso a las primeras discrepancias.

Las diferencias se ahondarían más cuando se avecinaban las elecciones de 1905; ya en el interior del liberalismo se habían formado los grupos que se disputaban el poder, el placismo y el alfarismo. Mientras Alfaro apoyaba a Ignacio Robles, Plaza se inclinaría por Lizardo García, un enemigo declarado del Viejo Luchador; en medio de las disputas agresivas que se dieron en la convención del liberalismo, al final el candidato de Plaza se impuso, mientras Robles terminó declinando su candidatura. Lo peor sería cuando el propio Alfaro conspiraría contra el delfín de Plaza.

El 15 de enero, elementos del Ejército identificados con Alfaro derrocaron a Lizardo García, lo que trajo la ruptura definitiva del Liberalismo que llevaron a los aciagos días de enero de 1912. Al final el Placismo conciliador terminó imponiéndose al Alfarismo machetero. (I)