El estero Salado, el brazo de mar que bordea 62,41 kilómetros de Guayaquil, es uno de los pulmones de la urbe que se ha visto afectado por la contaminación. En los últimos diez años, el Ministerio del Ambiente y el Cabildo han realizado acciones para reducir ese impacto, pero no ha sido suficiente.

Jorge Peñaherrera, coordinador de la Fundación Los Amigos del Estero, señaló que con el diálogo entre ambas autoridades espera que se sumen esfuerzos para tomar acciones profundas. “Hubo varios proyectos, pero no hubo continuidad, como la oxigenación... Y aunque esté limpia la superficie por la recolección de los desechos, la contaminación se mantiene en el fondo”, señaló.

Una solución podría ser el dragado del estero, indicó el biólogo Manuel Cruz, jubilado del Inocar y docente de la Universidad de Guayaquil. Afirmó que en el fondo hay lodo podrido no adecuado para que ningún organismo pueda proliferar.

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Y una alternativa, que habría que estudiarse la viabilidad, es intervenir por tramos para retirar los sedimentos del fondo (que se puede procesar para usar como tierra de abono en el campo) en una profundidad de unos 8 o 10 metros, sacar el manglar podrido y repoblarlas con plantas limpias.

Peñaherrera sugirió hacer convenios con el Ministerio de Educación, Senescyt y el Ministerio del ramo para mantener campañas ambientales permanentes con la comunidad. (I)