A pocos días de la creación de cinco nuevos cardenales en el Vaticano, el sastre italiano Raniero Mancinelli no para de cortar y coser prendas para los nuevos príncipes de la Iglesia.

Conocido en todo el mundo, Mancinelli, que cumplirá 80 años el siguiente mes, ha visto desfilar a medio mundo por su pequeña tienda, ubicada a pocos metros del Vaticano.

A todos trata con gran familiaridad, tanto a la filipina indecisa que sopesa la compra del cáliz más barato como al joven sacerdote brasileño que adquiere cenefa dorada.

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El sastre Raniero Mancinelli, entre los más especializados, inclusive bromea con algunos de ellos. “Vas a ser el primer papa negro”, le lanza a un obispo africano al que le está tomando las medidas. “Espero que no”, responde rápido el religioso.

Sin embargo, detrás de las sonrisas, se palpa un cierto agobio. El sastre necesita tiempo para dedicarse en su taller y frente a la antigua máquina de coser italiana “Necchi” de 1950, a confeccionar la vestimenta para cuatro de los cinco nuevos cardenales.

Para elaborar la clásica sotana roja de cardenal, su roquete blanco con encaje y franja de seda roja, necesita al menos una semana. El tiempo apremia. El 28 de junio Francisco creará cinco nuevos cardenales provenientes de El Salvador, España, Laos, Malí y Suecia.

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Algunos de ellos vinieron en persona a Roma con ocasión de la designación, anunciada hace un mes, y aprovecharon para encargar el traje.

Otro, proveniente de un país lejano, envió las medidas con un asistente. Además de los nuevos purpurados, el sastre debe acondicionar la vestimenta de sus clientes de siempre, o incluso hacer prendas nuevas.

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“Siempre tengo que comprobar las medidas para ver si les ha crecido la barriga”, dice Raniero, quien ha equipado a 12 cardenales de un golpe, esa fue una de sus grandes hazañas.

La vestimenta cardenalicia, que en el pasado preveía más sotanas de seda y velos bordados a mano, es ahora menos pomposa, pero como manda la tradición debe ser de color rojo sangre. (I)