La soledad que dejó la muerte de su hijo, con quien vivía y la mantenía económicamente fue la razón para que Josefa Zambrano, de 80 años, decidiera ingresar al Hogar del Corazón de Jesús hace siete años. Volvió a caminar por las instalaciones de la institución después de 60 años, luego de servir como voluntaria por algunos años cuando tenía 20. En ese tiempo ella pensó que ahí pasaría su época dorada y así lo está cumpliendo.

“Aquí soy feliz, me dan todo, cariño, comprensión, solidaridad, soy actriz del grupo de teatro, participo en canto y poesía, paseo, lo tengo todo”, expresó la adulta mayor que contagiaba con su alegría a sus compañeras, durante el festejo por los 125 años de la institución, regentada por la Junta de Beneficencia de Guayaquil, que se conmemoran este domingo, pero se celebraron el miércoles. Fue una tarde llena de emoción, música y diversión.

Édison Vitores, de 70 años, se unió al festejo con su mamá, de 94 años, ambos residentes desde hace dos y tres años, en su orden. Ella le pidió a él, su hijo único, que la acompañe y él accedió. Ahí encontró a su familia, a los hermanos que no tuvo en su infancia, afirmó el hombre que en el centro aprendió a usar una computadora. Y no solo eso, este año se graduó en la tercera promoción digital del hogar y gracias a esos conocimientos ha podido encontrar en las redes sociales a cuatro de sus seis hijos, con quienes ahora tiene comunicación.

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“El servicio es excelente, lo que no encontramos afuera lo tenemos aquí, una palabra cariñosa, una sonrisa, aquí no se siente la soledad”, expresó conmovido el residente, que es uno de los 320 residentes que viven en la institución, en las 120 habitaciones y 17 salas.

Actualmente el centro tiene un 72% de ocupación y todos tienen algún tipo de subsidio, señaló Susana Morán, administradora de la institución, quien lleva cinco años laborando en este centro. Este tiempo ha sido, afirmó, un sueño. “Complementa mi economía y mi espíritu”, expresó.

Eduardo Romero, inspector del hogar, recordó que desde que se fundó tuvo una gran aceptación y en ese camino han ido perfeccionando con la atención médica, psicológica y social. “Una vida buena con paseos, actividades, participación. No nos dedicamos a tenerlos sentados, le damos actividades, les damos vida para que sientan que todavía tienen fuerzas para desarrollar actividades y descubran facultades que desconocían tener”, indicó el inspector del centro, fundado el 25 de junio de 1892.

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El reto es continuar con la remodelación de las salas, mejorar los servicios y aumentar las actividades recreativas, señaló Romero, emocionado también por haber escuchado cómo los residentes agradecieron los cuidados y la labor de esta entidad dedicada a que los adultos mayores mantengan activas sus capacidades físicas y emocionales. (I)