Al mediodía, cuando la potente luz del sol de junio cae casi vertical sobre el parque Ciudad Blanca de Ibarra, en la provincia de Imbabura, las comunidades empiezan a llenar la gran avenida cubierta de adoquines, que desemboca en el parque.

A las 15:00 suena un cuerno y los 22 grupos de danzantes que representan a sus comunidades inician un recorrido de unos ochocientos metros, zapateando al ritmo de sanjuanito en el III Encuentro de Pueblos en tiempos de Inti Raymi.

Cada comunidad lleva un cartel con su nombre, atrás del cartel los danzantes con sus coloridos atuendos van bailando y gritando. En medio va un grupo de mujeres con canastas de frutas, pollos, cuyes, mote, papas, pomas de chicha y, en algunos casos, un puerco hornado: todos estos alimentos toman el nombre de “medianos” y se entregan a los priostes que esperan en una tarima al final del recorrido.

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Este año, los priostes son el Municipio de Otavalo y la comunidad El Panecillo de Quichinche. Con este encuentro, desarrollado este mes y organizado por la Prefectura de Imbabura, arrancó de manera oficial la celebración de la fiesta del Inti Raymi en la provincia de Imbabura, para agradecer al sol y a la madre tierra por las cosechas.

A lo largo de la amplia avenida los danzantes llenos de júbilo, acompañados de guitarras, acordeones y cuernos, bailan con paso uniforme y el efecto del zapateo hace vibrar los adoquines de la avenida Camilo Ponce. A menudo se escucha el grito “Juyayay” que significa viva, mientras brindan chicha de jora y trago. Al morir el día, algunos dejan ver su embriaguez en el zapateo a destiempo, entre tanto otro, con el zamarro puesto y el sombrero cubriéndole el rostro, duerme en el verde y fresco césped a un costado de la vía. (I)