Fue la primera mujer que llegó a la Presidencia de Costa Rica. Y aunque cuando terminó el gobierno (2014) únicamente el 14% consideraba que Laura Chinchilla Miranda había cumplido con una gestión positiva, frente al 47% de votantes que la llevó a la residencia de Zapote, ella cree que abrió una puerta histórica a las mujeres de su país y se declara satisfecha con su ejercicio.

Chinchilla alcanzó al poder apadrinada por el premio nobel de la paz Óscar Arias, una figura fuerte y querida por los costarricenses. Él había gobernado entre 1986-1990 y 2006-2010 y ella fue su ministra y vicepresidenta. ¿Cómo se libera un mandatario de esa sombra que le puede significar un líder que llegó dos veces al mando, que auspició su candidatura, que se puede creer que va a ser el poder detrás del poder, cómo se logra el respeto de sus electores y la gobernabilidad que el cargo exige? “A veces nunca se consigue, a veces las reacciones son tan desmedidas de quien de alguna manera lo apadrinó a uno, pero que no necesariamente es quien va a gobernar con uno, que nunca se consigue, digamos, el que se comprenda la importancia de la independencia que siempre tiene que mostrar un presidente”, responde.

Agrega que la gente no vota por el presidente que lo antecedió aunque sea de la misma tendencia o partido, sino por un mandatario a futuro y quiere tener claro que la persona que eligió no va a ser un títere en manos de quien ya salió. En su caso, explica, ella tenía trayectoria política y Arias, cuando la nombró vicepresidenta, sabía que aportaba a su fórmula. Es una mujer sin miedo a “comprarse pleitos” lo que ya en el poder la afectó en las encuestas, reflexiona.

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No obstante, habla de la huella más importante que cree dejó: “Fue conseguir que toda una generación de chicas jóvenes, que niñas y adolescentes empezaran a ver con normalidad a una presidenta”, dice en referencia a que como mujer le fue difícil enfrentar el estereotipo de que quienes ejercen el poder deben ser rudos, osados, fuertes, y “entonces todos los días tiene uno que luchar contra aquello y tratar de todos los días subrayar que sí está en condiciones, que va a lograr llegar hasta el final, que una crisis la va a poder solucionar”.

Independientemente de si lo hizo bien o lo hizo mal, las niñas vieron a una mujer en la Presidencia y “pudieron derribar estereotipos”, insiste

Chinchilla, invitada por el Gobierno local de Machala a dictar una conferencia magistral sobre retos y desarrollo de América Latina, en entrevista con este Diario analiza la responsabilidad de los funcionarios de elección popular en el momento en que un ministro u otro miembro del equipo asignado falla o es acusado de corrupción, como el caso Odebrecht que ocupa las primeras planas en Ecuador. “Sin lugar a dudas ahí no puede haber excusas, la responsabilidad es nuestra y básicamente se soluciona por tres vías: destituyendo al funcionario, haciendo la corrección y nombrando a una persona que sí tenga las condiciones. Ahí sí no hay excusa, porque una cosa es que a uno le pongan diputados que no dan la talla, eso lo nombraron los ciudadanos y luego ya uno va a trabajar con el Congreso (...), pero otra cosa es que su equipo, el nombrado por uno, le falle”.

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Al término de su mandato, por trabajo en dos universidades, en Washington (EE.UU.) y el Tecnológico de Monterrey en México, además de consultorías y conferencias, dejó San José por 24 meses. Su acento tico no es muy pronunciado. En Costa Rica no se olvida de que tuvo una relación tensa con la prensa y Chinchilla no lo niega, pero aclara que jamás envió un proyecto que pretendiera afectar la libertad de prensa y más bien dice que su país tiene uno de los regímenes más libres.

“(La relación presidenta-prensa) fue tensa, pero nunca levanté la mano en contra de la prensa y eso se lo puede decir cualquier periodista, nunca mandé ninguna ley al Congreso, nunca pretendí accionar en contra de la libertad de expresión. Es muy importante para un gobernante tratar de no confundir lo que pueden ser las tensiones en el ejercicio de su presidencia con las condiciones que requiere el sistema político. El día de mañana nos vamos, llega otra persona que no tiene las mismas convicciones democráticas y hemos dejado una ley que es un horror y entonces la prensa quedó acallada”.

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Considera que el marco legal de Costa Rica se podría ajustar, “pero figuras como el acoso mediático o el derecho a respuesta como se ejerce o lo prevé la legislación ecuatoriana, los márgenes de discreción tan amplios que tienen los entes reguladores para definir qué puede ser una falta de acuerdo a la Ley de Comunicación, ese tipo de cosas no las tenemos”.

La expresidenta tica es una mujer activa en redes sociales y considera que salvo los casos de explotación sexual infantil, de fraudes electrónicos, de bullying, no hay manera de justificar que se regulen las redes sociales. En Ecuador, el expresidente Rafael Correa planteó esa posibilidad.

Chinchilla confiesa que ella como mandataria experimentó los rigores de las redes sociales “y pese a ello me parece que es un horror pretender regular las redes sociales, particularmente desde la política”. (I)

Es un horror pretender regular las redes sociales, particularmente desde la política... A mí me parece que la internet es el espacio de mayor libertad que ha creado la humanidad hasta el día de hoy”.