Listones negros en el pecho. Banderas a media asta en instituciones públicas. Dolor y estupor entre los manabitas. La provincia no digería ayer lo sucedido la tarde del jueves pasado en la urbanización Santa Bárbara, en Portoviejo, donde un padre, según autoridades, habría anestesiado a sus hijos causándoles la muerte.

Entre los indicios hallados en una casa de la urbanización había jeringas, que fueron presentadas en la audiencia de flagrancia que se realizó en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), de la capital manabita, la noche del jueves, donde Carlos C. C., de 28 años, recibió 30 días de prisión, dentro de la investigación por las muertes de Thiago Josué y Carlos José, de 3 y 6 años, en su orden, sus hijos, a los que les habría inyectado sedantes.

Enrique García, fiscal de Manabí, indicó que en contra del sospechoso se inició una acción penal por el delito de asesinato, estipulado en el artículo 140 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), que establece una pena privativa de entre 22 y 26 años. “No obstante, por tratarse de dos fallecidos, podría haber una concurrencia de infracciones que podría establecer que se puede imponer la máxima pena que establece la legislación penal ecuatoriana, esto es 40 años”, declaró García.

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Sostuvo que luego de algunas diligencias hay la presunción de que efectivamente el padre provocó la muerte de los niños, por lo que se continuará, agregó, el debido proceso para establecer la culpabilidad.

Xavier Santos, gobernador de Manabí, a través de la Resolución 006, declaró tres días de luto provincial y la suspensión de algunos actos, aunque aclaró que se observará cuáles se postergarían, pues entre las actividades por desarrollarse el fin de semana están la apertura del festival de avistamiento de ballenas en Puerto López y una feria productiva en el cantón 24 de Mayo, ambas mañana.

“Esto no debe repetirse, les pido que hagamos una pausa a todo lo que está pasando y que tengamos un momento de reflexión después de enterarnos de esta noticia y vayamos a nuestros hogares y abracemos a nuestros hijos”, reflexionó.

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El padre se habría también inyectado sedantes con el propósito de suicidarse, pero su estado de salud es estable y cuando reciba el alta médica sería trasladado a Guayaquil, al centro de privación de libertad.

En la unidad educativa a la que asistían los niños se celebró ayer una misa. Directivos evitaron pronunciarse. Una mamá señaló que entre los padres no entendían la decisión que había tomado un profesional de la salud (enfermero) para actuar de esa manera. Familiares tampoco quisieron pronunciarse en el velatorio efectuado en Jardines de la Paz.

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El enfermero trabajaba en un hospital público de Portoviejo junto con su esposa, también enfermera y madre de los niños. “No nos habíamos enterado de cosas como esas (problemas conyugales), trabajaban en el hospital, que de un momento a otro el padre se haya desquiciado y tomado actitudes como esta es la que no nos explicamos”, comentó Ana Pilay, tía política de la mamá de los niños fallecidos.

Según Éder Cedeño, director médico del hospital del IESS de Portoviejo, el sedante aplicado habría sido propofol, que generó que los niños tuvieran muerte cerebral a los minutos de llegar a esta casa de salud, ubicada a unos 500 metros de donde se produjeron los hechos.

Un testigo declaró a un medio de comunicación en Manabí que el padre habría dotado del sedante en un yogur y que incluso se habría opuesto a recibir ayuda cuando la tía de los menores fue a verlos para que almorzaran. (I)