En el piso 2 del edificio Bayside Tower, en el corazón del exclusivo sector de Punta Paitilla, no hay muestras de que su propietario esté a pocos días de mudarse a su país natal, Ecuador. No hay mobiliario desmontado o cajas con efectos personales embaladas. Todo está en perfecto orden en el departamento del expresidente Abdalá Bucaram Ortiz, quien prevé retormar de su exilio de 20 años en Panamá el próximo sábado.

Lo hace una vez que la Corte Nacional de Justicia declaró prescritos (extintos), hace poco más de un mes, los dos procesos penales por supuesto peculado en su contra en los casos denominados Mochila Escolar y Gastos Reservados.

El exjefe de Estado dejó Ecuador en febrero de 1997, luego de que fuera destituido por el Congreso. Retornó unos días en abril del 2005 cuando la llamada ‘Pichicorte’, que presidió Guillermo Castro Dáger, declaró la nulidad de sus juicios, acción que luego se invalidó.

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No hay nada empacado porque Bucaram se queja de que la legislación ecuatoriana no acepta que un migrante lleve más de 200 kilos de equipaje (unas cinco maletas). “Hasta la gente más pobrecita tiene sus trapitos, calzoncillos, calzones, zapatos, vestidos, ternos, sábanas, colchas...”, lamenta.

Si quisiera movilizar otras pertenencias, como su vehículo Mitsubishi de cinco puertas (regalo de su amigo Alfredo Adum) que costó $ 46 mil hace seis años, tendría que contratar un contenedor. No lo hará.

El expresidente dice que decidió, entonces, viajar solo con dos maletas en las que pondrá poca ropa, unos cuadernos escritos a mano, libros... Igual en su casa de Guayaquil, en la ciudadela Kennedy, tiene todo.

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Segunda patria

Pero se va de Panamá, eso sí, cargado de nostalgias: “Me llevo el mar, el corazón de la gente, que es sencilla, vaciladora, como los guayaquileños... Panamá es mi segunda patria”.

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Nostalgia de sus restaurantes favoritos, como El Prado, donde siempre pedía sancocho (un caldo de pollo con ñame) y un filete de carne con chimichurri; o Beirut, de su ‘paisano’ libanés Bilal Darviche, donde comía pollo al carbón con arroz árabe y berenjenas; o la Casa del Marisco Acha, donde el capitán (jefe de meseros) Jorge González le servía uñas de calamar fritas en aceite de oliva y corvina apanada en salsa tártara.

Aunque nunca dejó de saborear la comida ecuatoriana porque se llevó a su empleada esmeraldeña Teresa Quiñónez, que dice que su plato preferido es la carne apanada con lo que sea (puré, huevo frito o ensalada), echando abajo el ‘mito’ de la guatita con pan.

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Nostalgia, también, de la veintena de jóvenes del barrio popular Boca La Caja, emplazado en el sector de Punta Pacífica, con los que jugaba fútbol y básquet en un pequeño coliseo llamado Belisario Porras.

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A ellos, según cuenta Davis Sánchez, de 35 años, a quien todos llaman Pirri, los ayudaba “económica y espiritualmente”: les regalaba comida, útiles escolares, medicinas y hubo uno al que hasta sacó de la cárcel.

Con la ayuda de los muchachos, en su mayoría pescadores, y de otros jugadores veteranos de Ecuador que lo visitaban, logró que su hijo mayor, Jacobo, bajara de 386 a 230 libras en cinco meses, hace 15 años.

Nostalgia, además, de su grupo de amigos panameños a quienes no veía seguido, pero con los que hablaba casi todos los días por teléfono. Una de ellas, Nelly Batista, recuerda que lo conoció en un evento social y enseguida le agradaron su “carisma” y “su bondad”. Ella dice que viajará a Ecuador a visitarlo apenas pueda. La mujer ya vivió en Quito, pues fue funcionaria del Gobierno roldosista.

Paso obligado para ecuatorianos

En el departamento de Bucaram, no obstante, siempre había amigos ecuatorianos de paso que le llevaban regalos. Esta semana, por ejemplo, llegó Hugo Quevedo, dirigente de Fuerza Ecuador en la provincia de El Oro.

Y nostalgia, cómo no, de las caminatas por el malecón contiguo a la avenida Balboa, donde grabó el video con la canción de José Luis Perales que tomó para sus campañas: Un velero llamado Libertad.

La calle fue ampliada hace unos años; ahora se levanta en ella la Cinta Costera, un tramo de tierras ganadas al mar.

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Bucaram señala que no tiene planes de vender su departamento de tres salas, un comedor, una cocina y cinco dormitorios. Esto porque sus hijos Jacobo, Abdalá Dalo y Michelle “son comerciantes” y viajan con frecuencia a Panamá; y otro de sus amigos, Eduardo Azar, también se hospeda ahí cuando llega a hacer negocios.

Su hija Linda, que vive en Miami (EE.UU.), solía llegar solo para festejos especiales.

“Estamos pensando en arrendar una parte (de la casa), aunque no estoy animado... Así que por lo pronto dejaremos todo como está a ver qué hacemos, porque yo no entiendo mi vida sin Panamá”, señala el político, quien afirma que se despide con deudas por $ 3 millones, ya que a veces tenía que pedir prestado cuando “no le alcanzaban los negocios” y porque tuvo que manejar “un partido desde afuera”. (I)

Condición
Jurídica

Asilo
Al regresar al país, el expresidente Abdalá Bucaram Ortiz perderá su condición de asilado político. En total, el político estuvo asilado en ese país por cuatro ocasiones.

Despedida
Bucaram señala que por estos días pedirá una cita con la Cancillería panameña porque espera reunirse con el presidente Juan Carlos Varela para agradecerle por “la protección” que ese país le dio durante años.