El presidente brasileño, Michel Temer, promulgó ayer medidas ambientales y defendió su gestión, sin mencionar el juicio que a partir de hoy podría costarle el cargo, ni su guerra velada con la Fiscalía o las amenazas de deserción de sus aliados.

Desde hoy, el Tribunal Superior Electoral (TSE) retomará un juicio por abusos de poder y financiación ilegal de la campaña del 2014, que podría anular en un plazo de tres días la elección y determinar la salida del presidente, implicado en un escándalo de sobornos que mantiene en vilo al país.

El tribunal no tiene plazo para tomar una decisión y podría demorar semanas, aunque la creciente agitación política que se vive en Brasil, que enfrenta la posible expulsión de un presidente de su cargo por segunda vez en un año, aumentará la presión sobre los jueces para entregar un fallo rápidamente.

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Si es encontrado culpable, se espera que Temer apele y retrase el proceso por meses. Tal decisión probablemente desestabilizaría a su gobierno y llevaría a miembros de su coalición a retirarle el apoyo, incrementando las posibilidades de que el mandatario pueda verse obligado a dimitir.

El principal aliado de la coalición gobernante, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), esperará el fallo judicial para decidir si abandona el gobierno de Temer, lo que sería un duro golpe en su agenda para realizar reformas fiscales.

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Las reformas, particularmente una revisión del costoso sistema de pensiones, son cruciales para achicar un gran déficit presupuestario que le costó a Brasil perder su nota crediticia de grado de inversión en 2015 y para ayudar a sacar a la mayor economía latinoamericana de la peor recesión de su historia.

En cuatro sesiones programadas hasta el viernes, el tribunal compuesto por siete miembros discutirá si anula la victoria de 2014 de la entonces presidenta Dilma Rousseff y su compañero de fórmula, Temer, quien se convirtió en presidente el año pasado después de que Rousseff fue acusada de incumplir las leyes presupuestarias.

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Si el tribunal invalida las elecciones de 2014, el presidente de la Cámara baja, Rodrigo Maia, asumiría el cargo de Temer y el Congreso tendría 30 días para elegir un mandatario interino que lidere el país hasta las elecciones de 2018. (I)