Adán y Eva eran negros y fueron creados en Nkamba, afirman rotundamente los kimbanguistas. Esta ciudad es la cuna de una religión fundada en el siglo XIX en el Congo belga y que reivindica ahora contar con 22 millones de fieles.

Con voz melodiosa el reverendo Mario Swalezi Nlandu explica al visitante extranjero los fundamentos doctrinales de esta religión en su pequeña oficina, cerca del inmenso templo en la cima de la colina sagrada de Nkamba, a un centenar de kilómetros de Kinshasa.

“Usted es un investigador”, no se viene por casualidad a Nkamba y “un día se acordará de su paso por aquí y comprenderá”, predice este responsable de la evangelización de la Iglesia kimbanguista.

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El reverendo expone el mensaje de vocación universal revelado por la prédica de Simon Kimbangu, “el enviado especial de Jesucristo a la Tierra”, que fue sacerdote brevemente en 1921 antes de pasar 30 años en la cárcel por incitación a la revuelta. Murió en prisión.

“El 5 de abril de 1921 a medianoche, Jesucristo dice: a partir de ahora Nkamba no se llamará más Nkamba, ahora es la Nueva Jerusalén. Es el mensaje de Jesús a Simon Kimbangu”, afirma Swalezi.

El libro santo de los kimbanguistas es la Biblia, pero ocupa un papel secundario en el magisterio, en el que priman las enseñanzas del profeta y de sus descendientes que lo sucedieron al frente de la Iglesia.

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Sus palabras “son sagradas”, explica el reverendo Simon Kimbangu es la primera encarnación del Espíritu Santo de la Trinidad cristiana, como lo es su nieto, Simon Kimbangu Kiangani, actual “jefe espiritual y representante legal” de la Iglesia kimbanguista.

En Nkamba, los fieles oran ante los mausoleos de Simon Kimbangu y sus familiares, y en un templo blanco y verde con dos campanas, erigido en los años 1970.

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Las normas obligan a caminar por la ciudad completamente descalzo o en calcetines. Se aplican al “jefe espiritual” de la Iglesia, pero él no toca el suelo: camina sobre una alfombra verde extendida a su paso y enrollada inmediatamente después. Los creyentes se dirigen a él de rodillas.

El kimbanguismo retoma muchos elementos del cristianismo importado por los misioneros, pero con peculiaridades locales. Al pie de la colina se ve una piscina de agua fangosa “bendita” para las abluciones, como la de Siloé en Jerusalén en tiempos de Jesús.

El templo, los mausoleos y la piscina son “símbolos de soberanía”, según Swalezi, que dan fe de que “Cristo trasladó su reino” de Jerusalén a Nkamba, que “cambió de dirección”.

En 1921, la breve prédica de Simon Kimbangu sedujo a una población colonizada, presta a escuchar un mensaje de emancipación de boca de un hombre negro. Las autoridades coloniales belgas lo prohibieron, los primeros kimbanguistas fueron perseguidos y el culto no se autorizó hasta 1959, el año anterior a la independencia del Congo. (I)

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Apuntes
Habitantes

Religión
El 10% de la población de la República Democrática del Congo es kimbanguista y la religión ha traspasado las fronteras, llegando a africanos y a Europa a través de la diáspora congoleña.

Música
En Nkamba, donde no se escucha un solo grito (está prohibido), sino música y cantos polifónicos.