“El mundo entero va a Jerusalén y nosotros, a unos kilómetros, tenemos prohibida la entrada”, lamenta Abu Bashir. Los lugares santos parecen cada vez más lejanos para los musulmanes y los cristianos palestinos desde la ocupación de Jerusalén Este en 1967.

Jerusalén y su casco antiguo, situado en la zona Este, es uno de los puntos cruciales del conflicto israelo-palestino. Las grandes murallas del casco viejo encierran la iglesia del Santo Sepulcro (lugar santo del cristianismo), la Explanada de las Mezquitas (tercer lugar santo del islam) y el Muro de las Lamentaciones (lugar de oración más sagrado del judaísmo).

Israel ocupó Jerusalén Este en 1967. La anexión de este territorio no ha sido reconocida por la comunidad internacional. Jamal Jader, director del seminario del Patriarcado Latino, recuerda que de niño iba con su familia a Belén, donde nació Jesús, según la tradición cristiana, y a Jerusalén, donde fue crucificado, como reza la Biblia.

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Hoy en día, las procesiones no van más allá del muro de separación israelí, a no ser que consigan los permisos expedidos con cuentagotas por las autoridades israelíes.

Para la mayoría de los más de 4,5 millones de palestinos de los llamados territorios ocupados ir a Jerusalén es un sueño. Solo los de más edad pueden entrar en la ciudad santa sin permiso los cuatro viernes del mes del ramadán, que está en curso.

Desde 1967 y el comienzo de la ocupación israelí de los territorios, los palestinos tienen que someterse a los controles, al muro de separación israelí y a un riguroso sistema de permisos. Los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza sufren, por su parte, el bloqueo israelí a su enclave.

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Algunos palestinos “no han visto la Cúpula de la Roca, la mezquita de Al Aqsa o la iglesia del Santo Sepulcro más que en fotos”, según el padre Jader. Y los que llegan a Jerusalén o viven en la ciudad, como Nora Karmi, cristiana sexagenaria, deben identificarse para pasar.

“Nuestro problema es que las fiestas cristianas suelen coincidir con las judías. En esos periodos, los israelíes bloquean el casco antiguo y los accesos quedan reservados a los fieles judíos”, denuncian. Otros “hacen la peregrinación” a través de imágenes. En la explanada de las Mezquitas, muchos fieles se fotografían con un papel en el que llevan escrito el nombre de un familiar o amigo bloqueado en Cisjordania o Gaza. (I)