En Guayaquil, unos 300 indigentes viven en espacios públicos de la ciudad, de acuerdo con el Municipio, que señala que constantemente ellos son desalojados de los sitios donde buscan establecerse, entre estos, los puentes peatonales.

En José de Antepara y García Goyena, en la rampa de acceso a la estructura peatonal que utilizan los usuarios de la Sociedad Ecuatoriana Pro-Rehabilitación de los Lisiados (Serli), hay un punto de insalubridad y pestilencia: basura (incluida jeringuillas usadas), colchones sucios, bandejas, ropa tendida en las barandas...

“Ya nos hemos quejado, vienen las autoridades los botan, pero a los pocos días regresan y ya no sabemos qué hacer”, manifiesta la habitante Susana Alcívar, días antes de que finalizara mayo. Ella sostiene que prefiere caminar en la vía, aprovechando que los carros paran con la luz roja del semáforo.

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Xavier Narváez, director municipal de Justicia y Vigilancia, dice que poco pueden hacer al respecto. “La única medida que nos compete es el retiro de personas y objetos de esos espacios, no está entre nuestras competencias reubicarlas, el reinsertarlas en la sociedad debe ser una política gubernamental”, expresa Narváez.

Según moradores de Antepara y García Goyena, al menos cinco hombres duermen en torno al paso peatonal, unos en la rampa, otros en los pilares e incluso en los bajos del paso a desnivel distante a pocos metros. “En la noche hay muchos más (indigentes)”, afirma Omar Andrade, guardia comunitario, que dice que los espacios que aquellos individuos han tomado suponen “guarida de drogadictos, ladrones y donde se realizan actos inmorales”.

En la zona hay una escuela, un colegio, un orfanato y Serli. Azucena Soledispa quiso acceder al paso peatonal junto con su hija de 5 años. No completa el cruce de calle. “Me regresé asustada cuando vi a esos hombres tirados en colchones”, menciona alarmada.

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Personal de Serli asegura que las quejas por los indigentes han sido constantes, que por una cuestión de seguridad se colocaron cámaras y que incluso había luminarias, pero que a los pocos días los aparatos fueron robados. Los trabajadores señalaron que Serli decidió cerrar el acceso directo que había desde el paso peatonal hasta las instalaciones.

Este Diario consultó al Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) respecto a la problemática de las personas en condición de indigencia en Guayaquil. Vía correo electrónico, el MIES refirió que el tema competía al Ministerio de Salud. Esta cartera respondió a través de la Coordinación Zonal 8 Salud, también vía correo electrónico, que el tema era de competencia del MIES.

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La consulta también se extendió a la Secretaría Técnica de Drogas, por cuanto, según moradores, muchos de los indigentes incurren en el consumo de drogas y alcohol. No respondió hasta cerrar esta edición.

Otro sitio con reportes de presencia de indigentes es el intercambiador de tránsito de la avenida 25 de Julio, en la ciudadela La Sopeña, en el sur. Allí, un hombre vestido de mujer llegó la semana pasada a una casa improvisada: una cueva formada luego de romper una pared. Apagó una vela cuando se percató de que un equipo de este Diario observaba la vivienda. Abordado sobre su estancia en el espacio, aseguró que no conocía el lugar, pero vecinos dijeron que él pernocta allí junto con un hombre que estaba en el paso peatonal cercano.

Dentro del hueco había un montículo de basura, colchones, velas e utensilios de cocina. Además, dos gatos y un perro.

La moradora Mayté González afirmó que cerraron la calle que conecta al paso elevado para sentirse protegidos porque la zona se ha convertido, aseguró, en punto de supuestos consumidores de droga, ladrones y de prostitución.

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“A mí, como madre, me aterra que mis hijos caminen por esa zona, por eso con los vecinos colocamos una reja al final de la calle”, explicó González.

En la vía a Daule, bajo un paso peatonal de la ciudadela La Florida, vive Carlos Luis, de 23 años. Escondido bajo la sombra de la estructura, mencionó que lleva algunos meses establecido en el sitio, que es oriundo de Balzar (Guayas), que duerme sobre un colchón viejo y a la intemperie porque no tiene el dinero suficiente para el pasaje de regreso a su tierra natal.

Junto al colchón había fundas con residuos de un polvo blanquecino y jeringuillas. Los vecinos dijeron que con él pernoctan otros dos hombres.

Como él, jóvenes y adultos, e incluso adultos mayores, han hecho de estas estructuras públicas sus casas, algunos se dedican al reciclaje para supuestamente sobrevivir, como aseguró Antonio, de 70 años, quien en el centro de Guayaquil y en aparente estado etílico buscaba plásticos de la basura para “vender en la calle Luque”. Dijo que duerme en los alrededores del parque Chile.

Para mitigar la situación de indigencia, la iglesia del Santísimo Sacramento, ubicada en Pío Montúfar y Manabí, construirá un refugio para adultos mayores. Esta obra es parte del proyecto llamado Refugio Espíritu Santo (RESA), que espera recibir a unas 60 personas y brindarles desayuno, almuerzo, lunch y un lugar donde asearse y recibir asesoría espiritual.

RESA estará listo en julio y según la Arquidiócesis de Guayaquil se espera que otras parroquias de la ciudad se unan al proyecto solidario. (I)