Desde hace nueve meses Mariana Martínez asumió la responsabilidad no solo de atender a sus tres hijos, sino también de la crianza de seis sobrinos que se quedaron sin madre al fallecer por causa de un paro cardiaco.

Ella ahora se dedica a atender a los menores, mientras que su esposo trabaja como guardia de seguridad, pero el sueldo que gana no le alcanza para solventar todas las necesidades.

Por eso los juegos de útiles escolares y los pases de metrovía que recibieron ayer sus seis sobrinos, como parte del programa ‘Beca de amparo del Municipio de Guayaquil’, significan para Martínez una ayuda.

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“Es muy importante para que ellos puedan seguir sus estudios y seguir adelante, porque el que no estudia no es nada, que aprovechen y no se vayan a dañar”, dijo la mujer luego de recibir los kits escolares.

Los seis menores son parte de los 830 estudiantes de primero de básica hasta tercero de bachillerato de centros educativos fiscales y escuelas particulares populares que asistieron al acto de entrega de las becas de amparo en la plaza Rodolfo Baquerizo, en el malecón del Salado.

Ernesto Piechestein, jefe del departamento de Proyectos Especiales de la Dirección municipal de Acción Social y Educación, manifestó que Beca de amparo funciona desde el 2012 y el objetivo es ayudar a aquellos niños y niñas que han perdido a alguno o ambos progenitores para que no abandonen sus estudios.

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Este año, del total de estudiantes beneficiados unos 300 niños de escuelas particulares populares recibieron además un monto de hasta $ 200 anuales para los gastos de matrícula y pensión del año lectivo.

Piechestein explicó que el pago de los $ 200 anuales es para los estudiantes de hasta décimo de básica.

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Los dos hijos de María Pilataxi, radicada hace 18 años en Guayaquil, se han beneficiado desde hace cinco años.

Su esposo falleció a causa de un paro cardiaco y ella debió asumir el rol de padre y madre para sus hijos, Joel y Anthony.

“Es una ayuda para nosotros, claro que al ingresar al colegio compramos los útiles y con lo que nos dan con la beca igualamos los gastos, recibimos cuadernos, plumas, lápices de colores, hojas...”, añadió.

Otra beneficiaria fue Rosa, de 13 años, que acudió con su abuelita, Juana Aucapiña, quien la representa en el plantel desde que su mamá murió hace 5 años. “Estoy feliz, porque ya no gasto en cuadernos”, expresó Aucapiña. de 73 años. (I)

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