El rugido de los leones, el bufido de los rinocerontes y el barritar de los elefantes sigue mezclándose con la cacofonía de las bocinas de los buses y el estrépito de los autos que pasan por uno de los sectores más transitados de la capital argentina, Buenos Aires.

Un año después de que este zoológico cerrara sus puertas tras funcionar durante 140 años, cientos de animales siguen enjaulados o viven en sitios cerrados anticuados.

El gobierno de esa ciudad prometió en julio pasado que reubicaría a la mayoría de los 1.500 animales del zoológico en santuarios de Argentina y el exterior, pero ello todavía no se concreta. Muchos de los animales están tan habituados a la vida del zoológico que los expertos temen que mueran si son trasladados, incluso si los sueltan en reservas de animales.

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Claudio Bertonatti, exdirector del zoológico y quien trabaja como consultor de la Fundación Azara, afirma que un nuevo proyecto municipal no indica cómo se va a mejorar la situación de estos animales.

El primer director decidió que los animales debían ser alojados en edificios que reflejasen sus países de origen. Se construyó una réplica de un templo hindú para los elefantes asiáticos. Las jirafas fueron encerradas en una estructura de estilo islámico y un panda rojo, en una pagoda china. Muchas de esas estructuras se encuentran todavía en el predio de 18 hectáreas, pero necesitan reparaciones.

Cuando el alcalde Horacio Rodríguez Larreta anunció el cierre del zoológico el año pasado, dijo que los animales eran un ‘tesoro’ y que no podían permanecer en cautiverio con tanto ruido y contaminación.

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Desde entonces fueron liberados unos 360 animales rescatados que se enviaron a otras instituciones. Pero ningún animal propiedad de la municipalidad ha sido transferido.

Las autoridades municipales dicen que el proceso resultó más difícil de lo que esperaban. Se tuvo que promulgar una ley para fijar estándares y autorizar los traslados. No fue sino hasta hace poco que contrataron a un gerente de conservación para que armara un plan que determine cuáles especies pueden ser incorporadas con proyectos de conservación. Pero no está claro cuántos de los animales pueden soportar el traslado ni quiénes los acogerían.

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“Sabíamos que iba a llevar tiempo”, dijo Rodríguez Larreta en una conferencia de prensa frente al estanque en donde los flamencos rosados nadaban en el antiguo zoológico. “Acelerar el proceso de traslado de los animales lo único que hace es ponerlos en riesgo. Así que nos vamos a tomar todo el tiempo que sea necesario”, manifestó, y señaló que algunos ejemplares tal vez deban permanecer en sus encierros por el alto riesgo de transferirlos.

El ministro de Modernización, Innovación y Tecnología, Andy Freire, dijo que se prevé que muchos de los animales compartan “zonas controladas” en lugar de jaulas y se utilizarán límites naturales, como piedras y fosas en lugar de rejas, para separar a los animales que no pueden compartir un área.

Pero los detractores se quejan de que el plan carece de un proyecto detallado para los animales existentes.

Una coalición de una docena de ecologistas y de agrupaciones de veterinarios difundió el 28 de abril una carta en la que exhortaron a las autoridades a que digan qué animales se quedarán permanentemente en el parque y en qué condiciones.

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El gobierno de la ciudad “no ha agrandado los recintos. Hay cambios de infraestructura menores, pero hay un deterioro absoluto. Y por supuesto que los animales sufren”, expresó Juan Carlos Sassaroli, un veterinario que en el pasado trabajó en el zoológico. “Lo que queremos es que el zoológico sea un instrumento de conservación”.(I)

Efectos
Zoológicos

Con nombres
Algunos tienen nombres, como los hipopótamos Garoto y Porota, y Sandra, la orangutana que un juzgado dijo que tenía los mismos derechos que los humanos.