Vestidos de negro, con una enorme bandera venezolana y flores, opositores marcharon de nuevo ayer en Caracas contra el presidente Nicolás Maduro.

“Basta de violencia, ni un muerto más”, decía un letrero que llevaba una joven en la manifestación realizada tras la muerte, el miércoles, de Miguel Castillo, de 27 años, quien recibió un disparo en una marcha que derivó en fuertes choques con las fuerzas de seguridad. Según diferentes fuentes, las protestas ya han dejado entre 36 y 50 muertos.

El analista Luis Vicente León estima difícil que las protestas se desactiven completamente, pues tienen como caldo de cultivo la crisis económica, con severa escasez de alimentos y medicinas y una inflación considerada la más alta del mundo.

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Como reflejo de la crisis, según cifras oficiales divulgadas esta semana, la mortalidad infantil aumentó 30,12% el año pasado frente a 2015, mientras la materna se disparó un 65%.

“Venezuela necesita estabilidad, un nuevo gobierno porque este no tiene nada que ofrecerle al pueblo venezolano, salvo esto que estamos viendo: muerte”, aseguró el líder opositor Henrique Capriles en la marcha, que culminó en el sitio donde murió Castillo, en Las Mercedes, este de Caracas.

Para hoy la MUD alista otra marcha, esta vez encabezada por ‘abuelos’, con la meta de llegar a la Defensoría del Pueblo, a la que acusa de servir al gobierno de Maduro.

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El Gobierno, por su parte, se reunió ayer con diversos sectores que impulsan una Asamblea Nacional Constituyente, convocada por Maduro.

El oficialismo también acusó a EE.UU. de financiar y dar “apoyo logístico” a los “grupos violentos” de la oposición, que “han facilitado una insurgencia armada”. Mientras, el director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Dan Coats, señaló ayer que el Gobierno de Venezuela optará por aumentar la represión para contener un creciente descontento popular este año.

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Mientras que Mike Pompeo, director de la CIA, ya había expresado su preocupación por la posibilidad de que un gran caudal de armas en Venezuela caiga en manos de agrupaciones civiles que apoyan a Maduro.

La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, sostuvo que la “violencia vandálica y extrema” de las últimas semanas también se debe a decisiones “intervencionistas” de la OEA, ente en el que su secretario general, Luis Almagro, condenó “la brutal represión”.

El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y líder opositor, Julio Borges, estuvo ayer en Perú, donde pidió a la comunidad internacional apoyo para imponer una “agenda democrática” en su país. Además afirmó que la crisis humanitaria y el clima de fuertes protestas ha pasado fronteras por la ola de refugiados venezolanos en la región.

En tanto, un activista denunció la detención de al menos 65 oficiales en medio de versiones de opositores y analistas sobre un presunto malestar en las Fuerzas Armadas venezolanas. El Gobierno negó los arrestos y dijo que la oposición busca una “sublevación militar”. (I)

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