Los colores de su ser, los colores de su alma es lo que el artista plástico Federico Gonzenbach ha decidido plasmar en su reciente muestra. Titulada Rompiendo el alba, esta exposición, que se compone de 37 cuadros, busca ser algo diferente a los anteriores trabajos del pintor, pero con la misma esencia: los mares, ríos, veleros.

“Yo nací en el barrio Las Peñas y siempre he vivido en lugares paradisiacos, lugares extremos como al pie del río y del mar, entonces he estado influenciado con la parte de las aguas que es lo que más me inspiran”, dice el pintor, que cuenta con 46 años de trayectoria, en los cuales, refiere, ha desarrollado 355 exposiciones en el Ecuador y el extranjero.

Las piezas que son parte de esta muestra fueron trabajadas durante un año y medio. Para concentrarse en su creación Gonzenbach prefiere alejarse. “Cuando yo pinto y cuando tengo proyectado hacer una exposición de este calibre yo me abstraigo, yo me dedico, me enfoco solo a pintar”.

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Afirma que las obras que presenta son diferentes a su anterior producción en cuanto al tema del color. En Rompiendo el alba emplea colores más fuertes. “Yo rompo con la monotonía de lo anterior. Esto significa que uso los colores del amanecer”.

Gonzenbach, quien ha realizado estudios en Nueva York y París, cuenta que su arte ha pasado por cinco etapas: plumilla, paisaje, neofiguración, arte sacro y pintura abstracta, aunque confiesa siempre vuelve a la segunda fase, la de los paisajes.

“El mar siempre ha sido mi musa inspiradora. Cuando yo veo el mar veo, siento y expreso, entonces ¿qué significa esto? que para hacer esta muestra yo me tengo que apartar de esta convulsión que existe, tengo que equilibrar las emociones físicas, mental y espiritual”, explica el artista, que en 2014 recibió de la Asamblea Nacional la condecoración Vicente Rocafuerte al mérito cultural.

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Obras de Gonzenbach están en Brasil, México, Argentina, Venezuela, EE.UU., España, Suiza, Francia, Rusia. (I)