En Argentina el uso de cannabis con fines medicinales es legal, pero su cultivo sigue prohibido y fue el eje de una marcha en Buenos Aires este sábado donde miles de personas reclamaron el derecho a cultivar libremente.

"Yo a esta planta le debo todo, estaré acá hasta que deje de ser ilegal" su cultivo, dice a la AFP Valeria Salech. Produce cannabis para su hijo de 10 años, autista y epiléptico.

Probó con el cannabis hace algunos años, y asegura que la terapia alternativa le permitió "al fin conocer" a su hijo.

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"Con la medicación alopática lo tenía muy dopado, convertido en un zombi, siempre con la mirada perdida, la boca abierta, no respondía a su nombre, usaba pañales y babero", cuenta esta mujer menuda y decidida de 42 años.

Se le hace un nudo en la garganta cuando describe lo que sucedió desde que empezó el tratamiento. "Gracias al cannabis tengo un hijo que me mira a los ojos, me sonríe y me nombra", dice Valeria.

Preside Mamá Cultiva, una ONG de padres y pacientes cultivadores.

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El Senado, en voto unánime a finales de marzo pasado, sancionó una ley que contempla casos como el del hijo de Valeria.

Aún debe ser reglamentada y los pacientes y sus familias buscan que sea amplia en cuanto a las enfermedades pausibles de recurrir al aceite de cannabis que deberá ser provisto en forma gratuita por el Ministerio de Salud.

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Uruguay se convirtió en 2013 en el primer país en aprobar una ley que permite el cultivo para autoconsumo. Colombia, Chile y México aprobaron el cultivo y uso con fines medicinales y científicos.

Esperar o cultivar 

Mientras la burocracia va a paso de elefante, "las convulsiones atormentan como ametralladora" a los pacientes que no pueden esperar, explica Valeria.

Algunos obtienen el aceite importándolo a un costo de unos 350 dólares por mes.

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Pero la mayoría recurre al cultivo propio o colectivo, algo por lo que pueden ir presos hasta 15 años, según el código penal.

Adriana Funaro sabe de eso. Estuvo presa dos meses hasta su liberación hace una semana por "cultivo y siembra de cannabis para la producción de estupefacientes".

En su casa la policía halló 36 plantas, semillas y goteros con aceite que usa para aliviar su artrosis y para proveerle a otros pacientes.

Uno de ellos es Delfina, de 3 años, nacida con microcefalia. Adriana fue a la marcha en silla de ruedas, con Delfina a upa.

"La ley nueva ayuda, pero es recién un paso, hasta el autocultivo no podemos parar", dice.

 Cultivo controlado 

Ana Graz tiene un hijo de 6 años con epilepsia refractaria y desde hace poco más de un año lo trata con aceite cannábico. Aclara que no es consumidora recreativa y que tampoco cultiva. Lo obtiene a través de su medicina privada que se hace cargo del costo.

"Desde que empezamos con cannabis la conexión con él fue mejor. Le bajamos la medicación de base, pasó de tener más de cien convulsiones diarias a cinco", dice con una sonrisa enorme.

Mientras algunos ven en el autocultivo una forma de democratizar el acceso al aceite medicinal, Graz, profesional de la salud opina que es mejor dejarlo en manos expertas.

"Con el autocultivo es difícil saber la calidad de lo que le estoy administrando a mi hijo", sostiene.

Por eso apoya el cultivo a cargo de instituciones nacionales que supervisen el producto final.

"Esto es una molécula farmacológica que actúa en el cuerpo del paciente. No hay que subestimarlo, tiene beneficios, pero también riesgos", advirtió. (I)