Si yo muero primero, el documental nos traslada a conocer lo mejor de la vida artística del ecuatoriano Julio Alfredo Jaramillo Laurido, y a percibir que el Ruiseñor de América fue mucho más que un cantautor bohemio, bebedor y mujeriego.

Rodolfo Muñoz, director de la obra, nos lleva durante 107 minutos, a través de testimonios, recogidos en cuatro de los múltiples países donde brilló el guayaquileño, a saber de la admiración que aún ahora, treinta y nueve años después de su muerte, sienten muchas personas por Jota Jota.

En la cinta se ratifica, en voces de quienes lo conocieron, que Mr. Juramento no fue ‘profeta en su propia tierra’, y que solo en la parte final de su carrera recibió el reconocimiento de multitudes en el Ecuador.

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Esta cinta es parte dela exhibición del Festival EDOC (Encuentros del otro cine)

Lea aquí una cronología sobre la vida musical de Julio Jaramillo

Muñoz tiene una explicación del por qué la indiferencia en los inicios de La voz de oro: “Por su origen social”, asegura, y cuenta sobre la humildad del cantautor y de sus raíces jamaiquinas, siendo su abuelo un obrero nativo de ese país que llegó para la construcción del tren de Eloy Alfaro.

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“Julio Jaramillo era un triunfador, se catapulta a la fama a los 18 años, y comienza a recorrer el mundo. Uno de los problemas que tenemos en el Ecuador es que no perdonas que otro triunfe, y si es humilde, peor”, complementa la idea.

Para cimentar su argumento cita a Jenny Estrada, historiadora y directora del Museo Popular Julio Jaramillo. “Ella es una mujer inteligente, de clase alta, pero muy crítica y por eso dice: ‘Si Jaramillo viviera, ¿alguien le invitaría a comer en su mesa?’ Desde su punto de vista reconoce que fue maltratado por su condición social”.

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“Ahora es un personaje internacional porque ya no es el cholo Julio Jaramillo. Ya no es el rockolero. Me pregunto: ¿Si estuviera vivo le llamarían su amigo?”, se pregunta Estrada en el documental.

En la cima del éxito, sobre todo, en el extranjero, y luego de una gira por el sur del continente, regresó al Ecuador, pero no fue recibido como se esperaba. “La gente no le dejó cantar y hasta le gritaron que se largara”, cuenta el saxofonista Luis Silva, de ese episodio vivido en el antiguo Teatro Guayas, en inicios de la década de 1960.

“Los gritos fueron grotescos. Hubo muchos silbidos. Todo fue infame. Le catalogaban de homosexual por la voz finita que tenía. Julio no entendía por qué le pasaba eso en la tierra que le vio nacer. Decía: ‘En otros países me respetan y les gusta mi música’. Él llegó a ser profeta en su tierra después de muerto”, indica Gustavo Woelke, locutor de radio Cristal.

Además del pasillo, Jota Jota también interpretó boleros, yaravíes, valses, guarachas, porros, tangos y otros géneros musicales, cuya obra está compuesta por más de 4 mil temas, explica el guionista Rodolfo Muñoz, quien recorrió Colombia, Venezuela, México y Ecuador para realizar el documental.

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La cinta se proyectará el 14 y 18 de mayo en Quito, en la sala Alfredo Pareja Diezcanseco y en el boulevard 24 de Mayo, en ese orden. En Guayaquil se presentará el 20 de mayo en el MAAC Cine. Además, se la podrá ver en salas comerciales desde el 22 de septiembre hasta el 5 de octubre de este año. (I)