En un taller sobre violencia contra la mujer en el que se expuso que en lo que va del 2017 se han cometido 44 femicidios en 13 provincias del país, Andrea Hernández, de la organización El parto es nuestro, habló de la violencia obstétrica. “Es la apropiación del cuerpo de la mujer por parte de personal médico”, dijo al referir, primero, que las embarazadas muchas veces son objeto de comentarios fuera de lugar de parte de ginecólogos.

Sustentándose en estudios, cuestionó casos en que los recién nacidos son separados de la madre entre 6 y 24 horas “por observación (médica)”, privándolos del contacto materno necesario, subrayó, para que este adquiera defensas.

El proyecto Ley Orgánica para la Atención Humanizada del Embarazo, Parto y Posparto alude a violencia obstétrica como “toda acción u omisión que se exprese en maltrato, abuso de medicación o acciones que consideren a los procesos naturales de embarazo, parto, puerperio como una patología”. Este marco busca que los partos por cesáreas requieran informe médico para su realización.

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Hernández señaló que dio a luz antes de un feriado, que la ginecóloga a cargo del procedimiento supuestamente le llegó a decir: ¡Si tu hijo no nace ahorita, se muere! “¿Yo qué tuve que decir? Rájeme”, relató, en Guayaquil, a un grupo de universitarios y de periodistas.

Agregó que luego analizó las historias clínicas y concluyó que no había sustento para tal advertencia. Subrayó que la Organización Mundial de la Salud recomienda que las cesáreas alcancen solo al 10 y 15% de partos, pero que en Ecuador la tasa es del 70%, mencionó. (I)