En tiempos antiguos, en las montañas del Cajas existía una inmensa hacienda donde trabajaban muchos siervos que estaban al servicio de un abusivo patrón.

El hombre tenía un carácter fuerte, los maltrataba. insultaba, no les tenía ninguna consideración.

Este hombre y su familia hacían todo lo que les daba la gana, hasta que un día llegó a la hacienda una pareja de ancianos pidiendo posada. Ellos cargaban un cántaro.

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El patrón ordenó a la sirvienta que soltara a los perros para que los atacara, pero ella se compadeció y espantó a los perros justo a tiempo.

Al llegar la noche, acomodó a la pareja en el alar de la casa.

De pronto, los ancianos pidieron a la muchacha que agarrara todas sus cosas y se marchase de la hacienda porque iba a ocurrir una desgracia como castigo para el patrón sin corazón. Ella se alejó con miedo.

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A eso de la medianoche, en toda la hacienda se oyó que silbaban las aves, mugía el ganado, balaban las ovejas. Los dueños empezaron a asustarse, sin saber qué estaba pasando.

Muy cautelosos decidieron dejar la cama y salir a averiguar qué ocurría, pero cuán grande fue su sorpresa al ver que el piso estaba lleno de agua. Quisieron correr para escapar de la casa, pero no pudieron, parecía que la vivienda se encontraba encantada.

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Todos los miembros de esa familia: padre, madre, hijos, tíos, sobrinos, etc., que se habían reunido esa noche, se quedaron encerrados ahí por toda la vida, con sus abusos, egoísmos y malos sentimientos.

Desde entonces la casa se había convertido en una gran laguna que ahora es la laguna del Cajas. (F)

Fuente: cuentospopularesdelecuador.blogspot.com