Ariolfo Montaleza pertenece a una de las familias que más abolengo tiene en el arte de tejer artesanías de paja toquilla, carrizo y totora en esta parroquia azuaya.

El tejido de paja es otra actividad que caracteriza a San Joaquín, al que se lo conoce como el huerto del Azuay.

A los 12 años, Ariolfo aprendió este arte de Manuel Morocho y Encarnación Duque, a quienes considera sus padres, quienes lo aprendieron a su vez de sus antepasados.

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Después de 40 años en esta tarea, la agilidad en los dedos del artesano es evidente y envidiable para los jóvenes, dicen sus allegados.

Hay menos de diez familias que se dedican a esta actividad en la parroquia y todas abastecen a un mercado que va al exterior. “Tenemos amigos gringos que vienen y se llevan los productos en determinadas épocas del año”, dijo Ariolfo.

Sus especialidades son las cholas y cholos cuencanos, canastas de carrizo. Indicó que en diciembre las canastas para los bonos navideños de las empresas tienen gran demanda y las adquieren desde varias ciudades del país, por su calidad, precio y detallada elaboración.

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Además, fabrican pañaleras, baúles, etcétera. Los precios varían según el artículo, el acabado y el material.

El huerto
La vocación agrícola de esta parroquia rural de Cuenca es vital para la producción de hortalizas. Para los 8 mil habitantes de San Joaquín, pensar en urbanizar sus parcelas es casi un sacrilegio. El pueblo se creó como parroquia en 1903 y está a 4 kilómetros al occidente de Cuenca.

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El presidente de la junta parroquial, Justo Vásquez, expresó que más del 70% de los lugareños se dedica de alguna manera a la producción de hortalizas. (I)3

Si no tienen una gran parcela para el comercio masivo, al menos poseen una pequeña para consumo familiar, pero todos están vinculados con la producción.Justo Vásquez, Presidente de la junta parroquial