La frases “Bahía, estamos contigo”, “No te olvidamos, Bahía” comienzan a desaparecer, a medida que se tumban de a poco los edificios de más de ocho pisos, afectados por el terremoto del 16 de abril de 2016, que aún quedan en pie, a cinco días del primer año de la tragedia.

Trabajadores y sus maquinarias pesadas continúan con la demolición de las estructuras que deben ser reducidas a escombros, en áreas como la avenida Virgilio Ratti, en el malecón, la zona que hasta antes del terremoto era considerada el atractivo turístico para el sector de clase media y alta.

La postal de los edificios blancos, de más de 20 metros de alto, que sobresalían en Bahía quedó para el recuerdo, dicen habitantes y visitantes que llegan para ver de cerca los estragos del devastador terremoto, que afectó en un 85% al turismo de esta ciudad, la capital o cabecera cantonal de Sucre.

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“Tengo fotos de Bahía, de sus edificios, de nuestros paseos (...). Ahora parece muerta en vida”, comenta Inés Alcívar, una quiteña, asidua turista de esta localidad, quien el 31 de marzo recorría la av. Virgilio Ratti.

De las cerca de 440 camas que tenía Bahía, solo quedaron 33 tras el terremoto. La rehabilitación de la zona hotelera se da de a poco, dice Manuel Gilces, alcalde del cantón Sucre.

“Algunos hoteles han tenido seguro, otros no han tenido seguro y están pidiendo facilidades de crédito a BanEcuador y a instituciones que financian la potenciación del turismo”, comenta Gilces.

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Bahía contaba con 33 edificios que sobrepasaban los ocho pisos de alto (el límite municipal es 30 metros de alto). De estos, el 70% tuvo ya su diagnóstico definitivo y el 30% restante está a la espera de un resultado final, comenta el funcionario.

“El tema no ha sido fácil, más bien ha pasado por un asunto técnico y legal (...), los seguros (privados de los edificios) hacían un diagnóstico técnico (...). El Gobierno Nacional, a través del Miduvi, contrató consultorías para levantar también estudios. Muchos no se empataron unos con otros. Entonces, venía la disyuntiva”, explica.

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Gilces sostiene que el COE cantonal ha trabajado en todo momento en este tema y que ha habido una contraparte de estudios completos, con pruebas de resistencia de hormigón y otras, para definir qué edificios deben ser demolidos o no.

Hasta el 31 de marzo último, ocho edificios, de más de ocho pisos, ya habían sido derrumbados en Bahía y siete estaban en proceso de demolición.

Pero no solo la zona turística ha sufrido con el terremoto. De los 2.000 predios urbanos de Bahía de Caráquez, 564 viviendas fueron afectadas, demolidas y desalojadas, es decir, el 28% de los inmuebles, dice Gilces. “Bahía en realidad es toda zona cero”, afirma el alcalde.

En las zonas altas de Bahía ya no se permitirá construir, agrega Gilces. En esas áreas se realizará un corredor ecológico.

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Con el terremoto, en Bahía se afectaron casi todos los servicios básicos y algunos aún no están habilitados al 100%. Ese día, en el cantón Sucre murieron 12 personas (11 en Bahía y una en Charapotó). (I)