Luis Paredes, 78 años, se mantiene sentado en la puerta del taller de hojalatería en las calles Colón y Fernández, comentó que cuando se casó con Mariana Herrera (+) aprendió el oficio de elaborar productos de hojalata porque su suegra Asunción López tenía el local que asimismo heredó de sus antepasados.

Estima que con él y la familia de su esposa son más de cien personas dedicadas a esta actividad, pero que en la actualidad está en decadencia y que por esa razón incluso el trabajo ya no es permanente.

Recordó que la venta de productos, especialmente los juguetes, elaborados en hojalata, barro y madera, dieron origen a la tradicional feria de finados que en noviembre, hace cerca de 100 años, se realizaba en lo que ahora es la avenida Cevallos, en el casco central de la urbe ambateña.

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“Mi mujer y su familia hacían al por mayor para vender a los comerciantes que llegaban a la feria y también para los que recorrían las calles de las ciudades. Para los niños se hacían ollas, cocinas, guitarras, tambores, platilleros, mariposas, baldes, todo lo que la imaginación lo pueda crear”, sostuvo.

Con nostalgia recordó que para la feria de finados hacían unas 300 cocinas, 500 tambores, ollas por montones, porque los niños pobres y también los que tenían recursos económicos les gustaban que les compren, que antes que se dolarice el país se vendían alrededor de cinco sucres cada juguete.

En la actualidad, dice que ya no se fabrican los juguetes porque la principal materia prima que es la lata delgada o tol delgado, que es flexible y se le puede dar forma al producto que se desea elaborar, está bastante escaso.

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Mencionó que ahora llega material solo del grueso y que por esa razón se dedica junto a su hijo, Rodrigo (53), a confeccionar solamente harneros, comederos, bebederos, regaderas, faroles y baldes, pero que no tienen mucha salida a pesar de que los precios no son elevados, fluctúan entre $ 5 y $ 12.

Contó que el taller que tiene junto a su hijo puede ser el último en sobrevivir en la urbe ambateña porque señaló que el año anterior se murieron tres hojalateros y se cerraron cuatro locales que se dedicaban a esta actividad.

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Rodrigo tampoco oculta la nostalgia al pensar que la herencia que ha venido por generaciones en la familia de sus antepasados vaya a desaparecer, porque aclaró que no tiene hijos y que sus sobrinos tienen otras actividades profesionales.

100 personas aún se dedican a este oficio artesanal en Ambato.

Productos
El artesano Luis Paredes manifiesta que además de la falta de la materia prima para la elaboración de los juguetes de hojalata, otro factor que ha incidido en la decadencia de esta actividad artesanal es el ingreso masivo de productos, especialmente los que son procedentes de China, los mismos que son elaborados en plástico y que llegan a venderse a precios más baratos, asegura. (I)