La tumba donde Jesucristo fue sepultado y el lugar en el que resucitó al tercer día de su muerte, según la tradición cristiana, estrenó colores ayer durante una ceremonia en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, después de nueve meses de restauración.

Las obras de renovación comenzaron en mayo del 2016 para consolidar el edículo de mármol y devolverle su color original. Lo desmontaron y lo reconstruyeron a imagen y semejanza de lo que era.

Dignatarios religiosos de distintas confesiones cristianas han participado en la ceremonia del miércoles, en la que se exhibió el templete sin la estructura metálica que antes dificultaba la vista.

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“No es solo una donación hecha a Tierra Santa, es una donación para el mundo entero”, afirmó el patriarca greco-ortodoxo Teófilo III de Jerusalén ante los invitados, entre los cuales figuraba el primer ministro griego, Alexis Tsipras.

“Antes el monumento estaba completamente negro”, los muros del edículo se habían ennegrecido por el humo de las velas de los peregrinos, explica la restauradora jefa Antonia Moropoulou.

Las obras vivieron en octubre un momento histórico, cuando la lápida que cubre la tumba se desplazó durante tres días. La última vez que los hombres pudieron acceder al corazón del lugar más sagrado del cristianismo fue en 1810, por una restauración. (I)